Ecuador.

Alivian el dolor, refuerzan el sistema inmunitario y alargan la vida. Las caricias suaves tienen un fuerte impacto en la salud física y mental y son tan importantes que las necesitamos desde que llegamos al mundo.

Las caricias son sumamente importantes porque es el primer sentido que se desarrolla en los seres humanos y al morir es el último, digamos, que se desactiva. Cuando un bebé nace, su vista no está muy desarrollada todavía, ve solo cuando una persona está muy de cerca y tampoco escucha muy bien. Entonces es el tacto el que da seguridad”, explicó Paula Yépez, Psicóloga.

Al nacer es evidente que ya se empiezan a concretar los receptores de la piel del bebé y por eso también está lo del alojamiento conjunto, que es una práctica que se utiliza en Ecuador, que inmediatamente desde que el bebé nace, se coloca en los brazos de la madre y un tanto buscando el afecto madre e hijo y que eso el sistema nunca olvida”, dijo la médico, Carmen Pacheco.

Cuando de caricias se trata, el ser humano tiene todo un sistema de receptores que le ayudan a diferenciar si el contacto físico es seguro o debe activar una respuesta de alerta.

“Bueno, la piel, yo diría que es uno de los componentes más sensibles que tiene el ser humano. Puede incluso llevarnos al rechazo o la aceptación de una persona, porque no solamente aceptarlos, también nos puede ayudar a rechazar”, comentó Pacheco.

La respuesta de nuestro organismo al tacto inicia con la piel, donde existen fibras nerviosas especializadas llamadas C táctiles. Estas fibras no responden al dolor ni a la presión fuerte, sino a caricias lentas y suaves. Cuando son estimuladas, envían señales al sistema nervioso central. Allí el tacto se interpreta como agradable o desagradable. Si es agradable, la amígdala cerebral asocia la caricia con seguridad y regulación emocional.

Tiene un montón de beneficios y de aportes porque primero que nada nos hace darnos cuenta de que somos seres sociales. Nosotros vivimos en comunidad, en sociedad y el que podamos tocarnos nos hace justamente sentir parte de este vínculo, de esta comunidad”, dijo Yépez.

El simple estímulo del tacto es capaz de cambiar la bioquímica del cerebro y desencadenar una serie de respuestas fisiológicas. “Lo que pasa en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo al sentir una caricia tiene que ver con una estabilidad del ritmo cardíaco, también nuestra presión arterial se estabiliza y más aún si es que es una persona conocida con quien tenemos muchos vínculos o un vínculo cercano”, agregó.

Como vemos, las caricias no solo son gestos de afecto, sino una necesidad biológica, activan circuitos cerebrales de placer, reducen el estrés, fortalecen el sistema inmune y mejoran nuestra salud mental y física a lo largo de la vida.

Por: Universidad Técnica del Norte / Viviana Obando.