Francia.
Con el alunizaje de la sonda Chandrayaan-3 en agosto, el lanzamiento de otra hacia el Sol y la preparación para 2025 del vuelo de su nave tripulada Gaganyaan, India se afirma desde hace tiempo como un actor de primer plano.
Sin embargo, a diferencia de otros países, donde las empresas emergentes transformaron la economía espacial desarrollando pequeños satélites, lanzadores y aplicaciones espaciales, en India el sector privado seguía muy controlado.
«La totalidad de la actividad espacial india estaba bajo la tutela de Isro», la agencia estatal que piloteaba desde la fabricación de cohetes y satélites hasta los programas de exploración lejana, explica Isabelle Sourbes Verger, directora del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) francés y especialista en el sector espacial de India.
Las empresas privadas tenían que conformarse así con un papel de proveedores de la agencia estatal.
«Ya no era sostenible porque había demasiadas cosas que hacer», explica.
Sobre todo porque el presupuesto de Isro se limitaba a 1.900 millones de dólares en 2022, es decir seis veces menos que el presupuesto chino.
Awais Ahmed, fundador de la empresa emergente Pixxel, que monta en pequeños satélites cámaras hiperespectrales para analizar la composición del suelo o detectar fugas de metano tuvo que lanzar sus dos primeros satélites de demostración de Pixxel con el estadounidense SpaceX.
«En Isro me decían que ni siquiera existía un procedimiento para lanzar un satélite indio pese a que sí era posible para satélites extranjeros», dice Ahmed a la AFP
Eclosión de empresas emergentes
En 2019, cuando a los 21 años fundó su empresa en Bangalore, epicentro del espacio indio, «no había apoyo», relata.
«Muchos inversores indios no estaban dispuestos a interesarse por las tecnologías espaciales porque había demasiados riesgos, incluso en el plano reglamentario», estima.
«Hoy en India vemos cada vez más empresas del sector espacial que obtienen fondos», afirma Awais Ahmed con satisfacción.
Pixxel recaudó 71 millones de dólares, de los cuales 36 millones proceden de Google, para poder lanzar el próximo año otros seis satélites.
La nueva empresa, que tiene un pie en Los Ángeles, también consiguió un contrato con la NRO, una de las agencias de inteligencia estadounidenses, para proporcionarle imágenes hiperespectrales.
En abril, el gobierno indio promulgó la nueva legislación por la cual Isro se limita a actividades de investigación y desarrollo y misiones científicas mientras que «la cadena de valor de la economía espacial» queda abierta al sector privado, detalla.
Según un estudio de la firma Deloitte, en India hay 190 nuevas empresas espaciales -dos veces más que un año antes- y las inversiones privadas aumentaron 77% entre 2021 y 2022 hasta alcanzar los 119 millones de dólares.
Según Isro, India representa 2% de la economía espacial mundial, estimada en 386.000 millones de dólares, y espera captar 9% en 2030.
El mercado mundial debería superar un billón de dólares en 2040.
Las empresas indias tienen ventajas importantes, como los bajos costos al reproducir y adaptar la tecnología espacial existente gracias a los numerosos ingenieros altamente cualificados y menos remunerados que sus colegas extranjeros.
Además de Pixxel, otras empresas emergentes esperan abrirse camino, como Skyroot Aerospace -primera compañía india en lanzar un cohete privado-, Dhruva Space -que desarrolla constelaciones de pequeños satélites- y Bellatrix, con sus sistemas de propulsión para satélites.
«¿Se convertirá en un tejido industrial dinámico y rentable? Probablemente, pero dentro de ciertos límites», estima Sourbes Verger, poniendo de relieve la necesidad de fondos.
Otra ley que se promulgará en las próximas semanas prevé abrir las compuertas a las inversiones extranjeras.
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