Alemania.

Las energías renovables son básicas para descarbonizar nuestro entorno. Pero el auge de las fuentes alternativas, como el viento y el sol, debe hacer frente a la falta de soluciones de almacenamiento de energía a gran escala.

Un proyecto impulsado por la Universidad de Jena, en Alemania, está superando este problema. Gracias a una batería basada en polímeros orgánicos, será posible afrontar los cambios en la generación de energía debidos a unas condiciones meteorológicas variables.

“Esto significa que tenemos que almacenar la energía temporalmente para que, incluso si hay falta de viento, podamos seguir utilizando la energía. La ‘batería de flujo redox’, es perfecta para almacenar grandes cantidades de energía. Las nuevas baterías de polímero, con base de plástico, pueden almacenar casi tanta energía por kilogramo, como una batería de litio.

Pero, dado que los materiales son ligeros, necesitamos un mayor volumen para poder almacenarla”; explicó Ulrich S. Schubert, Director, Centre For Energy and Environmental Chemistry, Jena.

Otra ventaja es el menor impacto ambiental, a diferencia del de las baterías actuales, que dependen de compuestos de metales raros y tóxicos, como el plomo y el litio. Para producir una ‘batería de flujo redox’ tradicional, las sales de vanadio se disuelven en un ácido.

En cambio, en la solución utilizada en el proyecto de la Universidad de Jena, los polímeros se disuelven en una solución salina líquida.

“En nuestra ‘batería de flujo redox’, hemos disuelto nuestros materiales activos en forma de pequeñas moléculas o polímeros. Podemos compararlo, de alguna manera, a cómo disolvemos la sal cuando cocinamos pasta o… a cómo añadimos un poco de azúcar en el té.

Ahora, cuando tenemos suficiente viento, y la electricidad está disponible, podemos sacar un electrón de un lado de nuestros materiales activos y poner ese electrón en un espacio del otro tipo de materiales activos. Y, de este modo, podemos almacenar electricidad”, comentó Martin Hager, Centre For Energy and Environmental Chemistry, Jena.

La inversión para el proyecto fue de alrededor de un millón de euros, de los cuales más de 800 mil euros proceden de la política de cohesión de la UE. 

El Centro de Energía y Química Medioambiental de Jena también ha desarrollado una batería muy fina, que puede alimentar pequeños dispositivos como diminutos sensores médicos.

Está compuesta de láminas, con un circuito eléctrico comprimido entre las dos superficies.

“Lo más destacado de este tipo de baterías es que son flexibles y pueden producirse mediante técnicas de impresión. Además, utilizamos materiales completamente libres de metales. Y, en comparación con otras baterías flexibles, estas también son recargables, lo que significa que se pueden utilizar varias veces”, subrayó Alexandra Lex-Balducci, Senior Researcher, Centre For Energy and Environmental Chemistry, Jena.

Estos sistemas de almacenamiento de energía estarán pronto listos para salir al mercado. Fabricados con materiales fácilmente disponibles en Europa, permitirán un suministro energético ecológico y estable, para los países europeos.