Monterrey, México.
La atención inmediata a pacientes con cáncer ha sufrido un golpe derivado de la crisis sanitaria generada por COVID-19, lo que ha ocasionado no poder ofrecer un tratamiento con mayores garantías de éxito pues por ser esta el centro de prioridad se han dejado en segundo plano otras afectaciones graves a la salud.
En 2018, el cáncer cobró la vida de 9,5 millones de personas de todo el globo. En las Américas, hoy en día, es la segunda causa de muerte por enfermedades no contagiosas. En números internacionales de la Organización Panamericana de Salud (OPS), alrededor de cuatro millones de personas fueron diagnosticadas y 1,4 millones murieron por este padecimiento en 2020. En mujeres, el de mama representa el 25,4 por ciento con mayor incidencia en la población y, en los hombres, el de próstata trasciende con un 21,7 por ciento.
Si esta situación prevalece, la carga mundial por cáncer−prevé la misma OPS −aumentará a unos 30 millones de nuevos casos para 2040. El mayor crecimiento ocurrirá en países de ingresos bajos y medianos, como algunos de las Américas. La precariedad económica y financiera de estas zonas del globo, de acuerdo con esta lógica de la enfermedad pronosticada por la OPS, no permitiría, en un escenario así, garantizar a sus respectivas poblaciones estrategias de prevención, detección temprana, tratamiento y acceso a cuidados de orden paliativo. «Si no se toman las medidas para controlar y prevenir el cáncer, se prevé que el número de personas que serán diagnosticadas aumentará en un 55 por ciento, lo que significa aproximadamente 6,23 millones de personas para 2040, en la Región de las Américas”.
Ante este escenario, existen dos factores en los que habría que trabajar−hablando del contexto mexicano− en relación con la batalla contra el cáncer: la cultura médica y los servicios de salud y atención, de acuerdo con José Luis Vázquez Reyes, cirujano oncólogo, del Centro Médico del Noreste, UMAE 25, IMSS, y miembro del grupo de especialistas en Onco Clinic Monterrey. El primero consiste en la apropiación, por parte de la ciudadanía, de los conocimientos relativos a las enfermedades y particularmente los factores de riesgo, que tienen que ver con los estilos de vida. Por ejemplo, tabaquismo, dieta, radiación solar, alcohol, entre otras características.
Es necesario−desde su punto de vista−que la sociedad tome más conciencia sobre el cuidado del cuerpo, de la salud personal. De tener mayor información al respecto de las irregularidades que llegaran a sobresalir en el organismo, como sangrados, pérdida repentina del peso, prevenirlo sería algo más sencillo. Además, se tendría mayores herramientas para combatir la mitificación que rodea al cáncer y que es producto de la desinformación que impera muchas veces en redes sociales.
Actualmente−sostiene−cáncer de mama, cervicouterino, pulmón y colorrectal ocupan los primeros lugares en el caso de mujeres. En hombres destacan próstata, pulmón y colorrectal y tubo digestivo. Al respecto del segundo factor, es necesario trabajar en políticas públicas que logren mejorar los servicios de salud, apuntando como finalidad robustecer las estrategias de prevención, detección temprana y un modelo de tratamiento oportuno con un enfoque dimensional y multidisciplinario: cirugía oncológica, radio oncología, psicooncología y nutrición. “Un paciente con cáncer en algún momento va a pasar por algún tipo de tratamiento para lograr que este tenga mejores resultados”.
Con el advenimiento de la crisis sanitaria, la atención a pacientes con cáncer tuvo dificultades. Gran parte de los centros hospitalarios de segundo nivel fueron aclimatados para atender a pacientes con COVID-19. La pandemia, por razones obvias, se convirtió en el centro de la intervención médica.
“La mayoría de los hospitales que son de segundo nivel se dedicaron a atender a personas con COVID-19. Muchos se hicieron exclusivos para este tipo de pacientes. ¿Qué pasó con los pacientes con cáncer? Muchos dejaron de ser atendidos, diagnosticados y referidos a los hospitales donde se da el tratamiento para estas enfermedades. Desafortunadamente, tuvimos un retraso importante en la atención a estos pacientes”.
Las implicaciones que este retraso en la atención provocó son ahora visibles en el gremio oncológico, sobre todo en hospitales de orden público: actualmente se cuenta con personas enfermas de cáncer pero en una etapa avanzada. Al no tener acceso a una atención con prontitud no se ha logrado hacerle frente a esta batalla. “Ahora lo estamos viendo. Nos llegan pacientes en un estado avanzado. Si no hay quien detecte y quien los refiera a los hospitales de alta especialidad, entonces tenemos como resultado pacientes que se quedan sin su tratamiento”.
Por: Eduardo Vázquez (Corsario).
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