“Aún recuerdo cuando subimos al techo del apartamento la mañana siguiente y vimos la destrucción. Fue como acostarse en un paisaje y levantarse en otro, como si hubiese pasado fuego en lugar de agua y viento”, contó a SciDev.Net el periodista ambiental puertorriqueño Víctor Rodríguez cuando este mes de septiembre se cumplen siete años de que María, el huracán categoría 5, dejara en la isla más de 3 mil muertos y daños por US$ 90 mil millones. Las pérdidas también fueron devastadoras en la isla vecina, Dominica, y en las islas Santa Cruz, Guadalupe y Martinica, parte de los Estados insulares.

En esos territorios, el cambio climático sumado al aumento de la urbanización de la población y la infraestructura desactualizada intensifican los problemas derivados de eventos climáticos extremos, que ponen en riesgo ambiental a los pequeños Estados insulares en desarrollo del Caribe (SIDS, por sus siglas en inglés), describe una revisión publicada en la revista Discover Sustainability.

El estudio, que analiza la sostenibilidad de los recursos hídricos, señala que esas islas enfrentan múltiples desafíos debido a la escasez económica y física, la gestión ineficiente y los efectos del aumento de eventos climáticos extremos. A pesar de que más del 90 por ciento de la población tiene acceso a fuentes mejoradas de agua persisten grandes disparidades en la distribución de los recursos debido a la limitada infraestructura y la falta de planificación eficiente.

Este trabajo plantea que la adopción urgente de estrategias integradas de gestión de los recursos hídricos es fundamental para prevenir desastres naturales relacionados con la escasez de agua y para desarrollar infraestructuras resilientes al clima.

Asimismo, una revisión publicada en Integrated Environmental Assessment and Management sostiene que, de cara al cambio climático, pueden pasar de un esquema de reducción de la vulnerabilidad a uno de resiliencia y adaptación.

 

Conceptualizaciones de la resiliencia

 

“Este estudio es un esfuerzo para mejorar la respuesta a los desastres en el Caribe y busca poner en funcionamiento la noción de resiliencia [climática] a escala institucional”, comentó a SciDev.Net la autora principal Stephanie E. Galaitsi, científica ambiental del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos.

El artículo recuerda que los SIDS no son homogéneos, pero comparten una geografía remota y mucha de su población reside en la costa, donde además se localiza buena parte de su infraestructura crítica. Esto los vuelve particularmente susceptibles a los efectos agudos del cambio climático —como huracanes más fuertes— y a sus impactos crónicos, como la subida del nivel del mar.

Amaly Fong Lee, investigadora de la Universidad Marítima Internacional de Panamá que no participó en el estudio, dijo a SciDev.Net que uno de los principales aportes del trabajo “es la conceptualización de resiliencia basada en dos aspectos, la resiliencia por intervención y la resiliencia por diseño”.

La primera se refiere a la recuperación en el corto plazo con recursos que generalmente provienen de asociaciones filantrópicas extranjeras o plataformas internacionales de ayuda humanitaria. La segunda tiene una visión a largo plazo, es producto de la autoorganización y de las prioridades políticas internas, y busca proporcionar mayor protección social y ambiental.

“Para los individuos, la esperanza radica en permitir la resiliencia por intervención desde las instituciones locales. Y para las instituciones la esperanza está en construir resiliencia por diseño lo más que puedan”, precisa Galaitsi.

El documento también presenta la idea de resiliencia retrospectiva —recobrar las condiciones previas a una pertubación— y de resiliencia prospectiva, capaz de ‘adelantarse’ a los desastres mediante la atención de factores sistémicos que incrementan la vulnerabilidad.

 

Obstáculos y conciencia

 

Los autores viajaron a Haití, San Vicente y las Granadinas, Dominica, Granada, Cuba y las Islas Vírgenes, donde sostuvieron conversaciones con los distintos actores de la respuesta climática. De esos diálogos emergieron los conceptos que exponen en el artículo.

“Vimos cómo las instituciones son necesarias para proteger a las personas de tener que ser resilientes”, señaló Galaitsi. “El éxito sería que las instituciones retiren esa responsabilidad a los individuos tanto como sea posible, y que estos puedan dar continuidad a diversos aspectos de su vida pese a la perturbación”, agregó.

Los investigadores ubicaron obstáculos como la poca aceptación que suelen mostrar las comunidades hacia las estrategias de resiliencia institucionales. “Esto [también] nos pasa en muchas regiones de Centroamérica y Sudamérica”, admite Fong Lee, especialista en gestión de riesgo de desastres, “a pesar de que hay una metodología participativa detrás, la ciudadanía considera que no son suficientes”.

La investigadora panameña añade, no obstante, que “gran parte del texto está enfocado en lo que hacemos después de un desastre, pero la resiliencia también trata de utilizar ese punto de quiebre para construir mejores capacidades”, y que para eso es necesario orientarse más “hacia la planificación”.

En ese sentido, Rodríguez concluye que “hay más conciencia de que la crisis climática es una realidad, pero no estamos moviéndonos hacia adaptarnos a la entrada de fenómenos como María, a las sequías, a los vectores de enfermedades, a las plagas”.

 

Pronósticos

 

El mundo ya se ha calentado 1,3°C respecto a la temperatura pre industrial y los modelos climáticos sugieren que en un planeta 2°C más caliente la intensidad de los huracanes categorías 4 y 5 crecerá 13 por ciento en el Caribe y 5 por ciento en el resto del globo. Y para 2030, la región podría perder hasta 6,5 por ciento de su PIB por efectos del cambio climático, en comparación con el promedio mundial de 0,5 por ciento.

Por: Carmina de la Luz vía SciDev.net de América Latina y el Caribe