Naciones Unidas, Estados Unidos.

Por algo menos de 150 dólares es posible proteger y patrocinar la conservación  de un kilómetro cuadrado de aguas de la pequeña isla de Niue, en el oeste del Pacífico Sur.

Ubicada a medio camino entre Fiji y las islas Cook, las vastas aguas de la isla, conocida como la «Roca de Polinesia», alberga arrecifes de coral y montañas bajo el agua viven tiburones, delfines, tortugas, entre otras especies.

Pero encontrar financiación para proteger estos hábitats de las amenazas de la pesca ilegal, el cambio climático y la contaminación ha sido un desafío para una de los estados más pequeñas del mundo.

«Hemos estado asistiendo a conferencias desde hace mucho tiempo, contando nuestra historia, pero parece como si no estuviéramos llegando a ningún lado», dijo a la AFP el primer ministro de la isla, Dalton Tagelagi, en una entrevista en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, agregando que ve las cumbres entre mandatarios como «charlas festivas sin acción«.

Con este nuevo plan, los llamados Compromisos por la Conservación del Océano (OCCs, en inglés) se ofrecen a empresas, filántropos y particulares que pueden pagar desde 250 dólares neozelandeses -unos 149 dólares- para proteger una unidad de un kilómetro cuadrado de superficie de sus aguas.

El Gobierno de la isla quiere proteger 127.000 kilómetros cuadrados de océano, el 40% de sus aguas soberanas.

A través de esta iniciativa, Niue espera recaudar 18 millones de dólares en un periodo de 20 años.

«Es muy emocionante» afirmó Tagelagi, al agregar que el propio gobierno auspicia 1.700 unidades, una por cada habitante de la isla.

Monitoreo con drones

Una gran parte de la pesca en Niue se lleva a cabo como método de subsistencia, con canoas tradicionales.

Pero a medida que la tecnología mejora con el tiempo, tanto en los equipos de pesca como de refrigeración de alimentos, la cantidad de pescado extraído ha ido en aumento, según dijo a la AFP Brendon Pasisi, gerente del proyecto Niue Ocean Wide, una entidad público-privada a cargo de la iniciativa.

Por tanto, hay riesgo de que flotas extranjeras de pesca faenen en las zonas protegidas.

Además, la contaminación por plásticos y la escorrentía de residuos industriales contribuyen a la degradación del medio marino, añadió.

«Es una enorme área que cubrir con botes patrulleros, por lo que estamos buscando drones», dijo Premier Tagelagi.

El atolón, que se levanta unos 60 metros por encima del nivel del océano en su punto más elevado, no está en riesgo de ser cubierto por el nivel del mar, como si lo están muchas otras pequeñas islas estado.

Pero el clima lo amenaza de múltiples formas, por ejemplo con la acidificación y el calentamiento del océano que amenaza las especies marinas incluidas las de corales, y el aumento del nivel del mar podría contaminar las fuentes de agua dulce de la isla.

El cambio climático también intensifica las tormentas tropicales. De hecho Niue sufrió durante años las consecuencias del paso del ciclón Heta, de categoría 5, en 2004.

Con la protección de sus tesoros naturales, los habitantes de la isla no solo honran los valores de sus ancestros, también «esto puede ser un inesperado beneficio económico para nosotros» en términos del aumento del turismo, dijo Tagelagi.

Aquellos que contribuyan recibirán un certificado junto con un reporte anual de los avances.

«Innovador»

Angelo Villagomez, investigador del Centro para el Progreso Estadounidense y experto en temas de conservación liderada por nativos, elogió el concepto como un «modelo muy innovador».

«Si vamos a atacar el cambio climático, si vamos a proteger los recursos de los océanos, tenemos que llevar dinero a estas comunidades en la primera línea», indicó.

Esto, añadió Villagomez, es vital para todo, desde la compra de embarcaciones y de combustible, hasta el desarrollo de planes de gestión y pagar los salarios del personal de guardabosques y científicos.

El éxito podría medirse con indicadores clave, agregó Villagomez: «¿Hay más peces? ¿Están implementado medidas de cambio climático?».

Además, podría necesitarse un esfuerzo de comunicaciones para que el público entienda las zonas oceánicas protegidas de la misma manera en la que lo hacen sobre los parques naturales: algo real y tangible, en lugar de existir solo en papel.