«Los bronces de Benín son parte de nuestros antepasados. Es como si me preguntaran qué relación tengo con mi padre”, dice Kate Akhadelor sobre estos objetos de bronce o marfil, estrellas de la exposición que se presenta en el Foro Humboldt. Junto con su colega Joseph Alonge, la pedagoga especialista en museos llegó hace un mes a Berlín, procedente de Nigeria, para colaborar en la organización de la muestra.
En los últimos años se discutió acaloradamente si debían exponerse los bronces de Benín, porque están probadamente manchados de sangre: fueron robados del palacio real de Benín por tropas coloniales británicas en una «expedición punitiva” llevada a cabo en 1897 en lo que hoy es Nigeria. Tras una subasta en Londres, a comienzos del siglo XX llegaron a Alemania, donde se encuentra la mayor colección de bronces de Benín del mundo.
En el curso del último siglo hubo reiterados reclamos de devolución, que encontraron oídos sordos en Europa. Pero, en los últimos tiempos, el debate cobró más vigor y, finalmente, se acordó la restitución.
El mes pasado, la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, cuya colección se expone en el Foro, traspasó los derechos de propiedad de 512 objetos a Nigeria. Ahora, la exposición cuenta con 40 de estas piezas, prestadas por un lapso de 10 años, al cabo de los cuales se habrá de volver a negociar con Nigeria. Todo un hito, en opinión de Abba Isa Tijani, director de la Comisión Nacional de Museos de Nigeria: «Es la única forma en que podemos cooperar verdaderamente. Tres de nuestros expertos están aquí para participar en la configuración de esta muestra. A cambio, se benefician también de la experiencia de sus colegas europeos”.
Un foro para el intercambio
Con la apertura del al ala oriental del Foro Humboldt, culmina el proyecto cultural actualmente más costoso de Alemania: cerca de 680 millones de euros costó la edificación. La inauguración se retrasó casi dos años. Debido a la pandemia, en 2020 solo se pudo dar una mirada virtual a su interior. En la primavera de 2021, se abrieron unas partes y hubo exposiciones temporales, hasta ahora, que se inaugura el ala restante.
«Es un momento fantástico en la historia de este lugar, pero aún no estamos listos”, dice Hartmut Dorgerloh, director general del Foro Humboldt, que lo entiende como una «plataforma de diálogo global”. Agrega que no se trata de un museo, sino de un verdadero foro, que quiere ofrecer a la gente la posibilidad de intercambiar ideas y realizar proyectos conjuntos. Se trata, pues, de un proceso en marcha, en el que se desea también volver la mirada hacia el futuro y abordar temas como la migración y el cambio climático.
20.000 piezas expuestas
Además de objetos del África subsahariana, se exponen en cerca de 40.000 metros cuadrados de superficie piezas de Asia, Oceanía, América y Berlín.
Surge la pregunta de cómo llegaron todos esos objetos, que suman casi 20.000, a Alemania. A comienzos del siglo XX, los museos etnográficos europeos competían arduamente por obras de arte de otros lugares del mudo. La mayor parte de las piezas proviene de antiguas colonias europeas.
Y entonces se plantea otra duda: ¿provienen todos esos objetos de un contexto de usurpación? No todos, pero sí muchos. En otros casos, no se puede reconstruir ya la forma en que llegaron a Berlín. En muy raras ocasiones las colecciones fueron vendidas libremente a Europa para ponerlas a salvo de ser destruidas. Así ocurrió en el caso de los omaha en Estados Unidos.
Pierre Elmer Merrick es un descendiente del etnólogo Francis la Flesche, del pueblo omaha, quien entre 1894 y 1897, por encargo del Museo Etnológico de Berlín, recopiló y vendió una colección de cerca de 60 objetos de su «propia cultura”. Esas piezas forman parte ahora de una exposición especial. «Ese era un tiempo muy peligroso para la gente nativa”, dice Merrick.
Lo que está en las vitrinas de Berlín no existe en esa forma en ninguna otra parte del mundo. Para Merrick fue un momento muy importante poder sostener en sus manos algunos de esos objetos, en parte sagrados. Cuenta que entre ellos había una pipa que era demasiado sagrada como para que pudiera exponerse públicamente. A petición suya, se la retiró de la exposición. Ahora tiene la esperanza de poder llevarla algún día de regreso a casa, a Estados Unidos.
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