Sudán.
Hyatt Mustafá tuvo suerte de escapar de un ataque de las fuerzas de apoyo rápido en su ciudad genuina, pero fue testigo de su brutalidad. “Atacaron a mi vecino y quemaron su casa, no le dispararon pero lo amarraron y le prendieron fuego. Murió quemado”, contó.
Ella fue forzada a abandonar su granja en Darfur y tuvo que luchar para encontrar suficiente comida para sus hijos. Al llegar al campo de refugiados en Chad, las condiciones no eran tan buenas como esperaba. No había suficiente espacio, ni comida o agua potable. La mayor parte del tiempo, solo tenían una comida al día, después su hija empezó con diarrea y fiebre, signos de malnutrición.
“Estoy preocupada por ella porque no ha mejorado en mucho tiempo. No encontramos ningún tratamiento e incluso tras llevarla al hospital, tampoco mejoró”, contó.
El médico Fritz ha visto a muchos niños como ella llegar al único hospital del campo en los últimos meses y teme que la situación empeore. “La principal razón es la falta de comida, especialmente para quienes vienen de Sudán, ellos dependen de la ayuda humanitaria que no es suficiente. Es una de las peores crisis de refugiados de todos los tiempos y sigue escaseando el agua y la comida”, dijo el médico.
Más de 600 mil personas han huido hacia el vecino Chad desde que empezó la guerra en abril de 2023, las organizaciones de ayuda están desbordadas. La asistencia alimentaria padece una infrafinanciación crónica. Sólo el 19% de los recursos solicitados por el Programa Mundial de Alimentos han sido provistos por los países donantes.
En el propio Sudán, al otro lado de la frontera, la situación es peor: en un campo con casi medio millón de desplazados, cerca de la ciudad de El Fasher en Darfur del Norte, se declaró la hambruna. El faser ha estado sitiada por las fuerzas de apoyo rápido que imposibilitan la entrega de alimentos para los refugiados.
“Teníamos un equipo de Médicos Sin Fronteras en El Fasher pero tuvimos que detener el proyecto allí, luego de que bombardearon el hospital. Es difícil imaginar por lo que han pasado las personas que ayudamos”, agregó Fritz.
Mohamed de 11 años resultó herido por la artillería en El Fasher y luego contrajo malaria, mientras iban a un campo. Su madre está desesperada. “Necesitamos urgentemente que vengan a ayudarnos las organizaciones de asistencia, estamos muriendo de hambre. El hambre enferma a nuestros niños y la lluvia lo empeora todo, solo les podemos dar nueces para comer. Mi hijo está enfermo por el hambre”, dijo.
De vuelta en el hospital de Chad, Hyatt se encuentra aliviada de que su hija finalmente esté mejorando, pero le preocupan sus familiares que quedaron en Sudán.
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