Taiwán.
Hasta hace poco, los trabajadores de esta fábrica cercana a la capital de Taipéi construían embarcaciones para cruceros de recreo y pesca, pero los nuevos propietarios han añadido un mortal artículo a la línea de productos. El fabricante de drones Zanda Taiga utiliza ahora la planta para producir un dron de superficie acuática, el Sea Shark, capaz de atacar buques militares.
“Si hay una guerra o un conflicto, un dron marino puede hundir un buque de guerra de miles de millones de dólares”, destacó el fabricante.
Maniobras navales chinas, buques chinos como este se ven cada vez más en las aguas que rodean Taiwán. Un posible ataque directo a la isla se ha multiplicado, empujando a Taiwán a buscar formas inteligentes de enfrentarse a la descomunal armada china. Buscan aprender de los demás, como los ucranianos, que publicaron estas imágenes de un ataque a un buque de guerra ruso.
“Los drones marinos han sido muy eficaces en Ucrania contra la flota rusa del mar negro, y desde entonces el interés por este tipo de buques ha aumentado en todo el mundo. Taiwán, por ser una isla, está muy interesada en desarrollar este tipo de buque marítimo autónomo”, relató un ucraneano.
Las pruebas en mar abierto con el Sea Shark han ido bien, han trabajado con el principal Instituto de Investigación Militar de Taiwán.
Los drones están equipados con cámaras y diversos sistemas de comunicación para evitar interferencias. En caso de guerra, podrían utilizarse para recabar información o atacar directamente un buque.
Los drones marinos son solo una parte del impulso del gobierno taiwanés para desarrollar sus competencias técnicas. China domina el mercado mundial de drones, comprarles a ellos no es una opción. Puede que Taiwán tenga que ir un paso más allá, afirma Cathy Fang de DC, un centro de investigación financiado por el gobierno.
“Al ser una isla, no podemos confiar en los demás. En caso de bloqueo o cuarentena, necesitamos nuestra propia cadena de suministro”, dijo Fang.
Disponer de un dron de producción local aún no es posible, pero aunque las importaciones de países amigos siguen estando permitidas, el ejército taiwanés exige a sus proveedores una estricta política de ausencia total de China.
“Supuso un reto al principio hace dos años. Pero después de lograr diseñar y obtener ayuda de empresas taiwanesas y de Estados Unidos y Europa, ahora podemos tener piezas 100% libres de China, aunque un poco más caras”, contó el fabricante.
De momento, los trabajadores de la fábrica siguen fabricando algunas embarcaciones pequeñas para civiles. Aun así, el objetivo para el futuro está claro. Se espera que algún día puedan producir un dron marino al día.
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