Mientras las olas de calor destruyen los cultivos en Libia y Jordania, los agricultores y refugiados encuentran esperanza en una nueva técnica agrícola muy popular, la hidroponía.
En Ubari, una ciudad oasis a mil kilómetros al sur de Trípoli (Libia), el calor del verano puede ser letal. Las temperaturas superan con frecuencia los 50 grados centígrados y muchas veces las escuelas y las oficinas cierran por seguridad pública.
Para Khalifa Muhammad, agricultor de Ubari de 35 años, el calor extremo es una cuestión de vida o muerte para algo más: sus frutas y verduras. «En los últimos cinco años, las altas temperaturas han afectado gravemente a nuestra cosecha», afirma Muhammad.
Libia es uno de los países más vulnerables del mundo al cambio climático. La nación norteafricana se ha visto afectada por largos periodos de sequía, el aumento de las tormentas de arena, el incremento de las tasas de evaporación y el empeoramiento de la desertificación. El conjunto de estos fenómenos extremos está provocando una pérdida de cosechas sin precedentes, lo que socava la seguridad alimentaria de Libia.
Para cultivar alimentos en condiciones tan duras, los agricultores libios como Muhammad están recurriendo a la agricultura hidropónica: un método que cultiva directamente en agua, en lugar de tierra, y desde el interior de invernaderos con temperatura controlada.
«Nos ha ayudado a producir verduras sanas. Crecen más rápido, tienen colores más puros y saben mejor que las cultivadas con métodos tradicionales. La hidroponía ha sido un regalo del cielo tras años de cosechas fallidas», afirma Muhammad, mientras inspecciona unos 900 plantones que ha cultivado en su enorme tienda hidropónica de plástico.
Los agricultores jordanos también recurren a la hidroponía
A kilómetros de distancia, en Ammán, la capital de Jordania, Najwa al-Qadi, de 48 años, presume de los tomates y la lechuga que cultivó en la azotea de su casa.
«Los cultivos que hago en mi tienda hidropónica me ayudan a sufragar los gastos de la educación superior de mis hijos», dice esta madre de cinco hijos y abuela de dos. Gana unos 130 euros al mes con sus plantas.
Al igual que Libia, Jordania es uno de los 15 países de Oriente Próximo que figuran entre los 25 lugares del mundo con mayor escasez de agua. La población de estos países consume toda el agua disponible, y la agricultura es uno de los sectores más afectados por la esa falta.
En estos entornos desérticos, la hidroponía tiene mucho sentido. Según el consultor agrícola Alaa Obeidat, de Ammán, «el riego dirigido de este método de cultivo utiliza entre 28 y 60 veces menos agua que con la agricultura tradicional, ya que el agua se capta y se reutiliza».
¿Cómo funciona la hidroponía?
Dada su menor necesidad de agua, la agricultura hidropónica no necesita tierras cultivables, explica Abdallah Tawfic, cofundador en El Cairo de Urban Greens Egypt. «Las plantas se elevan del suelo y se cultivan en sustratos especiales, mientras reciben los nutrientes en forma líquida«, señala.
Esto hace que este método de plantación sea ideal para Libia, donde cerca del 95% del país es desierto y menos del 2% de sus tierras reciben lluvias suficientes para mantener la agricultura tradicional. Al carecer de ríos naturales, casi toda el agua dulce para el riego procede de acuíferos subterráneos.
En 2020 y 2021, Libia sufrió olas de calor más prolongadas de lo habitual y precipitaciones inferiores a lo normal. Esto secó completamente Wadi Kaam, una presa de 30 millones de metros cúbicos que es una de las más grandes de Libia, junto con varias otras presas en el sur y el oeste del país.
UNICEF advirtió en 2021 que más de 4 millones de libios se enfrentaban a una inminente escasez de agua, más de la mitad de los aproximadamente 7 millones de habitantes del país.
Para ayudar a los agricultores libios más afectados a cultivar en un entorno tan duro, Seraj Bisheya y Mounier Banot lanzaron en 2020 Green Paradise, una ONG que forma a los agricultores en técnicas hidropónicas y les equipa con sistemas de ahorro de agua.
La ONG ha formado a más de 120 agricultores como Muhammed, en algunas de las ciudades más cálidas de Libia, como Sabha, Ghat, Owainat, Wadi Ataba y Ubari, ayudándoles a construir granjas resistentes al clima.
Khaled Ibrahim, otro agricultor de Ubari, solicitó la ayuda de Green Paradise en 2022 tras una temporada que describió como «la peor que se recuerda». Ibrahim dijo que él, y muchos otros agricultores de la zona, perdieron cerca de la mitad de sus cosechas en 2020-2021 debido a la prolongada sequía y a las altísimas temperaturas.
«La hidroponía me ha permitido cultivar cosechas que habrían sido impensables por el calor, como tomates, pepinos y calabacines», dice Ibrahim. «Su tamaño, forma y sabor consistentes también los han hecho populares entre los consumidores locales», explica el agricultor.
Un salvavidas para los refugiados
En Jordania, los agricultores tienen más dificultades para subsistir debido a la escasez de agua y a la disminución de las tierras cultivables.
Según el Banco Mundial, sólo se dispone de 97 metros cúbicos de agua per cápita al año, cifra significativamente inferior al umbral de escasez absoluta de agua de 500 m3 per cápita al año. Este escaso suministro de agua se ha visto desbordado en la última década por el crecimiento demográfico y la afluencia de refugiados. Algunas zonas de Jordania tienen acceso al agua una o dos veces por semana.
Para muchos refugiados, que constituyen un tercio de la población jordana de unos 11 millones de personas, la agricultura sigue siendo su única opción para obtener ingresos.
Mohammad Syam, refugiado palestino que vive en uno de los campos de refugiados más empobrecidos y abarrotados de Jordania, y que no puede encontrar trabajo con su título de enfermería debido a su situación de visado, conoció la agricultura hidropónica a través de otro residente del campo. Tras formarse a través de vídeos de YouTube, creó Senara en 2020, una empresa que forma a refugiados en agricultura hidropónica.
Al-Qadi es uno de los 49 refugiados que Syam ha formado para gestionar huertos hidropónicos. Senara también formó a 34 refugiados en la construcción de los sistemas y ayudó a instalar 164 sistemas en tejados, la mayoría de ellos en campos de refugiados abarrotados donde los métodos de cultivo tradicionales habrían sido imposibles.
Subhi Shehab, refugiado sirio de 45 años y padre de seis hijos, no podía mantener un empleo por problemas de salud. Gracias a la formación que recibió de una organización internacional sobre hidroponía, ha podido cultivar pimientos y tomates, con lo que ha ganado 913 euros en los últimos cuatro meses.
¿Es demasiado caro el cultivo hidropónico?
Aunque agradecidos por sus tiendas hidropónicas, los agricultores señalaron que los elevados costes iniciales son el principal problema para iniciarse en este tipo de cultivo.
Construir una sola tienda de plástico como la de Muhammad cuesta unos 7.000 dinares libios (unos 1.344 euros). Esto se debe a que muchos de los componentes son importados y a que las tiendas necesitan refrigerantes para mantener las plantas y el agua lo suficientemente frías como para prosperar.
«Los refrigerantes que hay que añadir a las casas hidropónicas del sur de Libia cuestan mucho dinero, ya que la temperatura es muy alta», explica Bisheya, de Green Paradise.
Al-Qadi, incapaz de permitirse un refrigerante, equipó su tienda con un ventilador financiado con una subvención para controlar su temperatura, pero dijo que su impacto es limitado.
Debido a su coste relativamente elevado, los sistemas dependen en gran medida de las subvenciones de organizaciones internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Programa Mundial de Alimentos y otras.
Los elevados gastos iniciales y la falta de concienciación y educación son algunos de los factores que, según Tawfic, obstaculizan la difusión de la hidroponía como «técnica relativamente nueva en la región MENA [Oriente Medio y Norte de África]».
La falta de una legislación que oriente y regule esta práctica también deja a los agricultores expuestos a proveedores de servicios poco profesionales. A pesar de estos inconvenientes, la hidroponía sigue ganando popularidad en la región.
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