Chad.
Cientos de miles de sudaneses huyeron hacia Chad, donde viven en medio del desierto en precarias chozas de ramas y lonas de plástico. Lejos de los combates, ahora luchan por su salud porque aquí faltan médicos y fármacos.

«Sufro de diabetes, asma y alergias», enumera Adam Bakht, un sudanés que se dice centenario, con chilaba blanca y un gorro a juego. Afirma haber recibido solamente «una inyección para aliviar el dolor».

Como él, en los campamentos de Adré, en medio del desierto del este chadiano. fronterizo con la región sudanesa de Darfur, unos 200.000 sudaneses, casi todos mujeres, niños y hombres ancianos, intentan sobrevivir sin instalaciones sanitarias y con exiguos centros médicos.

Cada día, cientos de ellos llegan a pie, después de kilómetros de marcha, huyendo de los sangrientos combates en Sudán desencadenados el 15 de abril entre el ejército y los paramilitares, antes de que los combatientes tribales entren también en la batalla.

Pero una vez en Adré, los refugiados deben enfrentarse a otras plagas bajo un sol de plomo intercalado con trombas de lluvia, a menudo sin agua potable ni alimentos, según Médicos Sin Fronteras (MSF).

«Los casos de paludismo se multiplican con la temporada de precipitaciones. Los refugiados corren cada vez más riesgo de contraer enfermedades como el cólera», detalla MSF.

300 pacientes por día

«Las enfermedades que circulan son numerosas», indica Muzamil Said, un refugiado de 27 años que se ofreció como voluntario en una pequeña clínica instalada por las organizaciones humanitarias.

Cada día «recibimos hasta 300 pacientes», relata a la AFP. Los enfermos están tumbados en camas blancas colocadas sobre la arena, pegadas prácticamente entre sí.

El pequeño equipo de salud no cuenta con el espacio ni el equipo necesario. Deben conformarse con un «hospital» hecho de pequeños refugios de lonas y cuerdas trenzadas, con escasos fregaderos de hierro colocados sobre encimeras rudimentarias y algunas cajas de medicamentos brindadas por las donaciones.

«El suministro de medicamentos es un desafío porque son demasiado caros. Necesitamos ayuda», subraya Said.

Bakht sigue esperando las pastillas que le prometieron desde que huyó de El Geneina, su ciudad asolada por los combates. «Se supone que mis medicamentos para la diabetes llegarán en tres días. Para el asma me aconsejaron comprar un inhalador fuera del campamento», comenta.

Incluso fuera, no está seguro de encontrarlos. Chad es el tercer país menos desarrollado del mundo según la ONU y su básico sistema de salud no puede hacer nada por los más frágiles.

Niños muertos de hambre

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de 380.000 sudaneses llegaron a Chad desde el 15 de abril.

Entre ellos, varios niños pequeños, en estado de desnutrición grave, «murieron poco después de su hospitalización», alerta la ONU.

En Sudán, el hambre causó la muerte de al menos 500 niños desde el 15 de abril, y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) calcula que 20 millones de personas están expuestos a una situación de «hambre grave».

«La mayoría de los pacientes que acuden a nosotros sufren de paludismo, infecciones en los ojos, enfermedades respiratorias o desnutrición», relata la médica voluntaria Nur Al Cham desde el campamento «Norte» en Adré.

Los refugiados a menudo ya vivían en condiciones difíciles. En Sudán, mucho antes de la guerra, 78.000 niños morían cada año de «causas evitables, como la malaria», según la ONU.

A estas enfermedades se añade la falta de agua potable. En Adré los refugiados «comienzan a hacer fila para obtener agua a las dos de la mañana a causa de la escasez», detalla MSF.

Los trabajadores humanitarios lamentan que la comunidad internacional sólo haya pagado una cuarta parte de los fondos prometidos.

Las necesidades en Chad son cada vez mayores. Antes de la última guerra en Sudán, el país acogía a unos 410.000 sudaneses que habían huido de los combates en Darfur en los años 2000, así como a decenas de miles de refugiados de Camerún en el oeste y de la República Centroafricana en el sur.

Según las proyecciones de la ONU, unos 200.000 nuevos refugiados pronto podrían llegar de Sudán.