México.

La agricultura del mañana se encuentra en desafíos sin precedentes, de acuerdo con datos del Instituto Interamericano para la Conservación de la Agricultura (IICA), para el 2030 la producción agrícola se encontrará en riesgo por escasez de agua.

Fue en el 2003 cuando el Centro de Prácticas Productivas de la Fe Aragón implementó la agricultura protegida, a través del sistema hidropónico como método de cultivo, el cual consiste en sembrar plantas y no usar tierra. Las semillas se colocan en esponjas o fibras de coco y se sumergen en agua con nutrientes como calcio, magnesio, hierro y zinc, para facilitar su crecimiento.

“Optamos por manejar sus tratos, el primer sustrato que usamos es el tezontle, sin embargo también empezamos a trabajar con la fibra de coco y también con la hidroponía, la hidroponía implica cultivar en agua. De hecho, desde el mismo término nos dice hidro-agua, onos-técnica, técnica de producción en agua”, explicó Eugenio Cedillo Portugal, especialista en la producción agropecuaria sostenible.

Los vegetales y las plantas que se cultivan en estos invernaderos no solo se producen de manera eficiente y ecológica, sino que también se venden a un precio accesible, lo que permite que la comunidad aprecie y reconozca el valor de estos alimentos de alta calidad.

“Algo importante que quiero mencionar es que la agricultura protegida implica un costo adicional que muchos agricultores no podían hacerlo y entonces para que esto sea rentable, implica manejar cultivos que sean de ciclo corto y que además den un alto valor en el mercado. Entonces trabajamos principalmente con hortalizas, jitomate, lechuga, fresa, chiles, pepinos”, agregó el especialista.

El proceso de producción agrícola inicia con la siembra y trasplante de semillas, para después continuar con la tarea de eliminar brotes laterales. Esto fomenta un crecimiento óptimo simultáneamente, se implementan estrategias de polinización, rigurosos protocolos de control de plagas y enfermedades. Para proteger la salud de los cultivos tras un periodo de aproximadamente tres meses se alcanza el momento de la cosecha.

“Afortunadamente llevamos registro de los consumos de agua que tenemos en cada uno de los cultivos. Por ejemplo, así el abierto producir un kilo de jitomate implica gastar más de 250 litros. Nosotros aquí en los invernaderos estamos gastando 40 litros por cada kilo producido”, concluyó Eugenio Cedillo Portugal.

El compromiso de los jóvenes agropecuarios de la fe Aragón no solo es garantizar productos saludables y de alta calidad, también inspira a la comunidad a valorar y adoptar prácticas más sostenibles, convirtiéndolos en un modelo a seguir para futuras generaciones.

Por: TV UNAM.