Guadalajara, México.
Es común que se hable sobre contaminación por plásticos en las costas y el efecto negativo que esto deja en el paisajismo del lugar, pero, ¿qué ocurre con los microplásticos y nanoplásticos que no son sensibles al ojo humano? En #DiálogosNCC, se abordaron las implicaciones y efectos que estos tienen en los ecosistemas marinos y en la salud humana a través del encuentro virtual “Más allá del fondo del mar: el daño que no conocemos”.
En este espacio, la bióloga y oceanógrafa Dalila Aldana y el periodista Joatam de Basabe como moderador, detallaron la situación de la degradación del medio ambiente a causa de los residuos plásticos, así como la ruta que estos siguen para causar daños en el medio ambiente y la salud humana.
¿Cuál es la situación actual que enfrentan los océanos?
La bióloga explicó que existen muchos datos que se pueden consultar, pero entre ellos rescató que “anualmente llegan a los océanos cerca de 8 millones de toneladas y la mayor parte de la basura son plástico. También, cada segundo se descarga un equivalente de un camión en los océanos, ya sea que llegue la basura por arrastre, que vuele con el aire o se tire directamente”.
Asimismo, comentó que la mayor parte de residuos plásticos que llegan al océano son restos del embalaje que sirven como protección de los objetos que compramos, “cuya función simplemente es que el mercado nos lo venda de esa forma”.
En la misma línea, compartió que la otra forma en que suelen llegar los plásticos es en forma de botellas de agua, pues según datos duros que brindó “casi el 30% de la basura de desechos sólidos es plástico. En México el 80% de desecho es plástico”.
“Si pudiéramos sacar toda esa basura de los océanos, por cada 30 centímetros de playa, se extraerían 5 bolsas de supermercado llenas de plástico. De esa magnitud es la contaminación de plástico en los océanos”, apuntó.
Dalila expresó que, además del efecto visual negativo que dejan en el paisaje de las playas afectando el flujo turístico y económico, también guarda una afectación directa en el ecosistema y las formas de vida que lo habitan. “Los animales confunden el plástico con algún tipo de alimento, produce estrangulamiento. Hay un porcentaje significativo de mortalidad de fauna marina por la contaminación plástica”, aseguró.
Efectos de la contaminación por plásticos en los humanos
La primera afectación es económica, pues según Dalila, “hasta recoger la basura de plásticos en tu casa tiene un costo, además de que ese plástico se mete en más bolsas de plásticos”.
Por otro lado, explicó que la composición química de estos productos es una de las consecuencias importantes que no se ven.
“El plástico no es inerte, todos tienen una serie de aditivos que los hacen resistentes a distintos escenarios. Todos esos químicos son tóxicos. Las botellas de plásticos tienen aditivos químicos y nos los tomamos. Según la marca de botellita de agua, hay entre 50 y 300 micropartículas de plásticos por cada 250 mililitros de agua. Hay estudios que dicen que estas micromoléculas están vinculadas al desarrollo de enfermedades como el cáncer”.
¿Qué se sabe sobre los microplásticos y nanoplásticos?
Dalila comentó que en el caso de los microplásticos y nanoplásticos existe un proceso previo en que se van degradando hasta tomar esta forma diminuta que los hace invisible.
“El plástico se termina fragmentando hasta adquirir el rango que tiene un microplástico. Los nanoplásticos que están por debajo de las micras y que atraviesan las membranas de las células, van cargados de muchos componentes químicos”.
En este sentido, habló sobre los Contaminantes Orgánicos Persistentes (POP), que integran al bloque de los insecticidas, herbicidas y demás productos que se usan en la agronomía. “Partículas de estos químicos están en el medio y por más pequeñas que sean, tienen concentraciones gigantes de químicos que llegan hasta nuestro organismo a través de micro y nanoplásticos”, explicó.
El Fast Fashion, un gran contaminante de los océanos
Los textiles con los que se fabrica la ropa han ido cambiando con el paso de los años. La experta mencionó que las telas nuevas contienen nylon en porcentajes distintos, pues en algunos casos “es como si todo fuera de nylon, igual a estar vestido con plástico”.
Explicó que se trata de materiales más baratos, que lavan rápido y no requieren de un planchado. “Es la ropa barata, la cara viene hecha de algodón, cuesta más cara. Y esta ropa en cada lavada desprende entre miles de millones de fibra de microplásticos y el agua residual no tiene capacidades para detener estas micropartículas. En el caribe mexicano el 80% del agua residual es descargada en mares, océanos y ríos”, apuntó.
Aldana, dijo que la moda rápida o bien conocida como Fast Fashion, tiene un impacto importante en la contaminación plástica de los océanos y acuíferos. Es por eso que invitó a la población a convertirnos en consumidores y productores responsables.
“La tierra ya no tiene la capacidad de generar los recursos que los humanos estamos utilizando. Necesitamos producir y consumir de forma diferente”.
Por su parte, Joatam de Basabe explicó que la sobreproducción de ropa genera, además de microplásticos en el océano, una sobreproducción de CO2 en la atmósfera que llega a los ecosistemas marinos en su función de almacenadores de estas emisiones: lo que ocasiona la acidificación del ecosistema.
Sobre esta línea, los abulones en Baja California (en México) representan el daño, pues es una especie afectada gracias a la acidificación del océano.
¿Qué podemos hacer para mitigar el impacto?
La experta sugirió distintas alternativas que van desde acciones tomadas por el Estado hasta acciones que pueden realizar las comunidades. Para esto, explicó que se requiere de ciudadanos con conocimiento e involucrados con la causa.
“La ciencia ciudadana y la educación ambiental son la clave. Tenemos muchos ejes de trabajo, se trata de alternativas para dar a conocer como concientizar a través de espacios informativos. El científico invita a la ciudadanía para hacer prácticas, proyectos y trabajos de muestreo que permitan que los ciudadanos reflexionen. Las exposiciones en museos son lúdicas y dan a conocer la situación actual”.
Asimismo, opinó que es necesario obligar a las empresas a que asuman su responsabilidad con el medio ambiente y la ciudadanía como productores de plástico, y reforzar el compromiso de la comunidad a través de acciones. “Parar la compra de las botellitas de agua, con eso se eliminaría el 30 % del problema”, aseguró.
Por otro lado, explicó que en el caso de México existen leyes que a veces no tienen un aplicación tan sencilla y por ende, la industria ve la manera legal de evadirlas y seguir con su producción. Pero apuntó que en el deber de los científicos está el educar a los legisladores para que tomen decisiones acertadas y enfocadas a tratar las problemáticas.
“Que se respalden en la comunidad científica, hay muchos investigadores y académicos que están haciendo cosas”, concluyó.
Por: Denisse Godínez / NCC Iberoamérica.
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