Francia.

Las actividades agrícolas urbanas y periurbanas siempre han existido con fines de provisión de alimentos. Jardines compartidos, huertas verticales e invernaderos de azoteas permiten cadenas de suministro de alimentos más cortas, lo que reduce los costos, las emisiones de CO2 y las necesidades de energía y recursos.

Un metro cuadrado de tierra puede proporcionar 20 kilos de alimentos frescos al año, generar empleo, reciclar algunos residuos urbanos, contribuir a la creación de cinturones verdes y fomentar proyectos cooperativos y de educación ambiental.

Además de cultivar vegetales, frutas y hierbas aromáticas, flores o semillas comestibles, las granjas urbanas también pueden criar pollos, conejos o peces. Los desechos orgánicos de unos pueden servir de alimento a otros.

Con una variedad de disciplinas, las técnicas de producción son numerosas. Cultivos en paja, en montículos, en sustratos, sin suelo o de alta tecnología. Cada uno rivaliza el ingenio para preservar el medio ambiente y sus recursos, respondiendo a dinámicas sociales o comerciales.