Alemania.

Internet desde el espacio. Los satélites proporcionan acceso a Internet de alta velocidad para todos, incluso en los rincones más remotos del mundo. Así lo aseguran empresas como Starlink, OneWeb y Amazon. El principio es que los datos se transmiten desde el emisor a través de antenas parabólicas a uno de los muchos satélites que orbitan constantemente la Tierra.

Los satélites se comunican entre sí mediante rayos láser que envían los datos por el espacio a 300 mil kilómetros por segundo, la velocidad de la luz. Una antena parabólica en la Tierra intercepta entonces los datos. Desde allí los envía a los routers o a los smartphones.

El Internet por satélite es tan rápido porque el vacío del espacio no ralentiza la luz. Es muy interesante para las llamadas negociaciones de alta frecuencia, ya que es un 22% más rápido que el cable de fibra óptica. Para los inversores y los fondos de alto riesgo, cada milisegundo supone miles de millones de beneficios. Y para el uso privado, aquí la transmisión por satélite no da la talla. Las tasas de bits muy grandes y la gran cantidad de usuarios reducen la velocidad. Subir y descargar datos o stremear ya con los sistemas existentes es una prueba de paciencia.

Actualmente el Internet por satélite sólo es adecuado para zonas sin otro tipo de acceso. Pero esto va a cambiar. Starlink, la empresa pionera de Elon Musk, espera lanzar al menos 42 mil.

Algo no es centro de crítica. Cuanto más satélites más basura flota en la órbita terrestre. Los escombros chocan entre sí, iluminan el espacio y reducen la visibilidad de los astrónomos. Satélites en desuso o defectuosos estrellan, dañan la capa de ozono y los cohetes que los lanzan al espacio tampoco son buenos para el clima. Igual que el propio Internet, que provoca tanto CO2 como todo el tráfico aéreo junto, los nuevos satélites podrían reforzar más la crisis climática.