Ecuador. 

Cada vez más jóvenes universitarios enfrentan síntomas de depresión y ansiedad. Las exigencias académicas, la presión social y la incertidumbre sobre el futuro generan un entorno emocionalmente desafiante. Muchos estudiantes sienten que no tienen herramientas ni espacios para expresar lo que viven. Sobre esto nos habló la psicóloga Gabriela Cuero, asesora pedagógica estudiantil de la UCSG.

“Estos jóvenes han venido de un espacio de pronto más seguro que pudiera ser las instituciones educativas que de una manera u otra se han flexibilizado en muchos aspectos y que esto, aunque los haya podido sentir muy acogidos en primera instancia, luego al tener que hacer un traspaso a la universidad pudieran toparse con ciertos desencuentros por el tipo de demanda que tiene la universidad. Entonces, pudieron toparse con algunas cuestiones que se les demanda no solo a nivel académico, sino en habilidades intra e interpersonales. Entonces, al tener que establecer una relación de pronto con sus padres, pudiera ser un desafío porque no los conocen, son personas completamente nuevas, pero al mismo tiempo son personas de diversas situaciones, ya sea de edad, cuestiones socioeconómicas, aspectos culturales también. Aquí es un desafío realmente poder ubicar, digamos, signos, porque si bien es cierto que tanto la depresión como la ansiedad tiene una nomenclatura en y una clasificación, digamos, en cuestiones de trastornos mentales y emocionales, es cierto también que en cada una de las personas se puede presentar esta sintomatología de manera muy distinta, pero sí, de pronto, aun cuando hemos visto estos casos de pronto de personas que no nos dan ni un solo indicio. Entonces están completamente bien, se desenvuelven con toda la normalidad, tienen de pronto un carisma muy grande. Sin embargo, están pasando por procesos emocionales en donde de pronto esa sensación de devastación y de soledad en que se encuentran constantemente, entonces es en ese sentido en que de pronto la universidad, digamos, está por fuera un poco. Las fases universitarias están por fuera porque pudiera ser que este sujeto se encuentre de esta forma en otro ámbito que está por fuera de aquel que de pronto algún personal administrativo pudiera anotar, por ejemplo, o del personal docente”, explicó.

La psicóloga Gabriela Cueto señala que el rol de la academia debe de ir más allá de lo académico. Es clave formar docentes capacitados para detectar señales de alerta y promover una cultura de apoyo. Ella indica que en la mayoría de estos casos el factor común es la sensación de soledad.

“Creería yo que en los docentes pareciera ser más que nada cuando tiene cierto recorrido ya logran identificar ese intento y ver que del otro lado del grupo todavía le cuesta terminar de integrarlo. Creo que es uno de los indicadores que más se revelan y que sí es bueno estar pendiente en relación, a prestarse un poco más ahm abierto y presta a escuchar más que nada, no es tanto optar otra medida, más que estar atento porque a veces en el intento de acercarse a estos pares, pero no lograrlo, pueden estar apoyando a un docente y bueno, basta un momento de escucha como para que tenga un impacto importante. Me parece que ha habido también una campaña y una tendencia en los últimos años de promover este tema de salud mental y es curioso que abriendo esta promoción nos encontremos con un índice que empieza a subir en relación con eventos de suicidio y también presentar signos importantes en depresión y otras cuestiones. Diría que es muy importante que se tenga en mente que al final del día estos espacios donde estamos formando profesionales, siguen siendo personas que están cursando por un sinnúmero de cosas y variables que desconocemos. Es hacerles saber que tienen un soporte, que tienen una ayuda y que a cualquier problema que ocurra basta al menos una persona que pueda prestarse para escuchar y ayudar a atender ese requerimiento”, detalló.

La salud mental debe de ser parte del modelo educativo y las instituciones de educación superior deben de contar con espacios que den apoyo y contención emocional a estudiantes y a docentes.

Por: Universidad Católica de Santiago de Guayaquil / Denisse Gonzaga Landín.