India.

El arte de la caligrafía lucha por sobrevivir en la India ante el auge de la tecnología. Son pocos calígrafos que sobreviven en las calles de la zona antigua de Nueva Delhi por ello buscan discípulos para mantener vivo el oficio.

Al día de hoy es complicado encontrar a gente como Mohammad Mohsin-Ul Haque, un reconocido calígrafo de la capital india que puede ejercer a tiempo completo y además enseñar la destreza del trazo sobre el papel a las próximas generaciones.

En una escuela ubicada en el barrio de Malviya Nagar, en el sur de la capital india, Mohsin instruye a los estudiantes que desean mantener viva este arte en declive, aunque ninguno contempla la caligrafía como un estudio en el que especializarse, ni mucho menos, un trabajo con el que ganarse la vida.

Complementando su trabajo como profesor, Haque recibe algún que otro trabajo de redacción de certificados e invitaciones de los departamentos del gobierno de la India, con los que logra cubrir los gastos para sustentar a su familia con la ayuda de su esposa, una profesora de matemáticas.

Para conocer lo importante que ha sido este oficio en el país asiático, hay que retroceder en el tiempo hasta cuando la imprenta no existía. Es entonces cuando la caligrafía adquiría un papel relevante en, sobre todo, la escritura de textos religiosos.

El auge de la tecnología y sus múltiples usos, ha reducido el papel del calígrafo a un pasatiempo en el que los pocos que luchan por mantenerla viva, complementan con un oficio que les dé de comer.

Mohsin también cree que los calígrafos deben moverse con la tecnología y utilizarla para transformar su arte, experimentar con ella y crear algo nuevo.