Ginebra, Suiza.
Una alianza internacional de mujeres que estuvieron en Ginebra para las negociaciones de un tratado sobre contaminación por plásticos, cuyo final se aplazó para evitar su fracaso definitivo, defiende que un acuerdo es posible y a la vez reclama que aborde el impacto de ese material en la salud humana, en particular la femenina.
Varias integrantes de esa alianza -que pudieron seguir directamente las negociaciones en calidad de «observadoras»- expusieron en entrevistas con EFE la urgencia de reconocer que la contaminación por plásticos es, además una crisis medioambiental, una crisis de salud pública que afecta de forma desproporcionada a las mujeres.
Como punto de partida defendieron un tratado fuerte y claro, de obligatorio cumplimiento, que identifique y establezca la eliminación de los aditivos químicos tóxicos contenidos en el plástico (al menos 4.000 de los 16.000 que se usan) y límites a la producción.
Además de los químicos presentes, el otro gran problema son los microplásticos que se desprenden con el uso, pero que también pueden ser agregados en el proceso de manufactura de artículos utilizados en particular por las mujeres.
Plásticos en productos para ellas
«Apoyamos un tratado que prohíba los microplásticos añadidos a productos que las mujeres usamos diariamente, como los cosméticos, y que regule la presencia de químicos que la ciencia ha probado que tienen vinculación directa con enfermedades con el hipertiroidismo, la resistencia a la insulina o el cáncer de mama y de útero», dijo Dalia Márquez, del movimiento Mujeres Contra la Contaminación de Plásticos.
Continuó señalando que las mujeres están sobreexpuestas a esa contaminación y que otro ejemplo de ello son los productos de salud menstrual.
«Todos tienen plástico y la mayoría bifenol A, que es un disruptor endocrino que la ciencia ha relacionado con una serie de cánceres que afectan especialmente a las mujeres. Si no tomamos acciones quizás nos esperen más enfermedades y complicaciones de salud», señaló.
Sin acuerdo
Un total de 184 países negociaron en las dos últimas semanas el tratado, pero se fueron de Ginebra con las manos vacías por la intransigencia de un grupo de países petroleros, liderados por Arabia Saudí y del que también formaban parte otras naciones no árabes, como Rusia , Irán y Estados Unidos.
Ese grupo de países se resiste a erder el negocio del plástico, constituido principalmente de polímeros, largas cadenas de moléculas derivadas sobre todo del petróleo.
La doctora Sylvie Platel, representante de la oenegé francesa ecofeminista Mujeres Comprometidas por un Futuro Común, sostuvo que el último texto que se discutió en las fallidas negociaciones no ofrecía soluciones «a la dramática crisis del plástico que estamos viviendo y que plantea riesgos sanitarios alarmantes».
Daños diferenciales
Desde su perspectiva de investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública de México, Jennifer Hegewisch, enfatizó que los resultados de estudios que se publicaron durante las negociaciones describen «los daños diferenciales» de un grupo de químicos nocivos en los niños, mujeres y hombres.
Otras investigaciones han puesto en evidencia «su relación con abortos, diabetes gestacional e inclusive un impacto en el desarrollo cognitivo de niños».
«Adicionalmente hay una deposición en órganos que puede alterar el funcionamiento del hígado, riñón e intestino, y hay evidencia que apoya que los plásticos y sus químicos pueden tener un impacto en la fertilidad«, enumeró.
Sobreexposición de las mujeres
Concretamente en Latinoamérica, Hegewisch apuntó a una sobreexposición de las mujeres a los microplásticos a través del maquillaje, en particular cuando son baratos y de baja calidad, así como de productos de limpieza.
«Por esto es importante que se retomen las negociaciones y se tomen en cuenta estos aspectos, ya que no solo se trata de un tratado medioambiental, sino que hablamos de un tratado que aborde la salud. Claramente se trata de un problema mucho más grande de lo que hemos querido ver porque el plástico está metido en cada aspecto de nuestras vidas», reflexionó.
Según la experta tunecina en derecho medioambiental Rabeb Aloui, el peligro de que en el futuro próximo se adopte «un tratado débil y que consolide medidas ineficaces durante décadas» «es que dará la falsa impresión de que la crisis del plástico se está resolviendo, cuando en realidad se trata de un problema creciente de salud pública«.
Las negociaciones se detuvieron el pasado viernes ante divergencias que hacían imposible un acuerdo, pero la gran mayoría de países han reclamado una nueva ronda -pese a que esta última debía ser la final- en un lugar y fecha que la secretaría del órgano negociador todavía debe decidir y anunciar.
Mientras, mujeres autoorganizadas de un centenar de países y que cuentan con el reconocimiento del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) planean hacer lo necesario para que los gobiernos y negociadores sigan oyendo sus voces y lograr en un futuro cercano un tratado que ofrezca medios efectivos para luchar contra la crisis del plástico desde una perspectiva de salud.