Francia.
La lluvia artificial no es algo nuevo. En 1946 se llevó a cabo en Nueva York el primer experimento para crearla, con la esperanza de poder combatir la grave sequía que afectaba a Estados Unidos.
Se inventó el proceso de siembra de nubes. Este consiste en rociar partículas finas en forma de aerosol o polvo en las nubes ubicadas entre los dos mil y cuatro mil metros de altura.
Existen dos técnicas de siembra de nubes. Un avión dispara bengalas llenas de cristales de cloruro de sodio o yoduro de plata. Estas partículas desempeñan el papel de núcleos gigantes, haciendo posible la condensación del vapor de agua contenido en las nubes. 15 o 30 minutos después cae la lluvia. La otra técnica más barata consiste en lanzar desde el suelo pequeños cohetes que contienen las partículas.
China, líder en el desarrollo de lluvia artificial, utiliza equipos militares ya instalados en zonas áridas para enviar sus cohetes a las nubes.
Este cambio artificial del clima ha generado controversia. No hay evidencia científica de que realmente funcione, especialmente en regiones áridas donde la lluvia se evapora antes de llegar al suelo. Tampoco hay pruebas de la toxicidad de la lluvia, cargada de yoduro de plata.
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