Ecuador.

Los límites de la expresión corporal y del movimiento se ponen a prueba en el espectáculo de danza contemporánea: ‘El último lugar del mar’. Una muestra artística que además invita a la reflexión sobre la condición humana. La obra dirigida por el dramaturgo y artista visual Pablo Roldán, en el teatro de la Compañía Nacional de Danza de Quito, se estrenará con motivo de los 48 años de la fundación del escenario.

Roldán relata que su último lugar del mar fue al despedirse de su padre un día antes de su muerte y que bajo esa premisa invita a sus bailarines a interiorizar lo que sería para ellos ese último lugar y así puedan plasmarlo en el escenario.

“Mi último lugar del mar es cuando yo chocó el puñito con mi papá, el último día domingo, él se recuesta en su cama, nos despedimos, yo salgo, voy a mi casa y al otro día mi papá sale a trotar común y corriente el día y mi papá muere de un paro cardíaco. Entonces ese es mi último lugar del mar. Bajo esa premisa, les invito a trabajar a las bailarinas, a los bailarines en ese contexto que cuál sería para ellos el último lugar del mar. Entonces, las preguntas y los movimientos y las acciones ya dependen mucho de ese lugar, de ellos y de ellas”, comentó Roldán.

La obra, que tiene inspiración en Medea, meditaba del francés Pascal Quignard, se caracteriza por tener un equipo interdisciplinar que funciona la danza con otros lenguajes de las artes escénicas como el teatro, además de efectos visuales y sonoros.

Esta función de 50 minutos es un ejercicio de creatividad que busca escenificar desde la intimidad nuevos movimientos y cuestionar los límites del cuerpo en la danza contemporánea, con una constante y potente metáfora entre la vida y la muerte.