México.

La Antártida, considerada por muchos como un lugar remoto y prístino, enfrenta una creciente amenaza por la llegada de especies invasoras. Aunque el continente blanco recibe principalmente a científicos y turistas, también está expuesto a la llegada de organismos no nativos transportados involuntariamente por los visitantes y por las corrientes oceánicas.

Expertos señalan que los humanos portan bacterias que podrían alterar ecosistemas antárticos aislados por millones de años, mientras que en los barcos pueden escapar roedores e insectos que terminan alcanzando la región. A pesar de los estrictos protocolos de bioseguridad que buscan prevenir y monitorear la introducción de especies, existe un flanco difícil de controlar: los escombros marinos.

Botellas de plástico con moluscos adheridos, parásitos ocultos en su interior, así como grandes balsas de kelp de hasta 10 metros con semillas, insectos y musgos, son transportados por las corrientes oceánicas hasta las costas antárticas. En algunos casos, incluso se han detectado maderos con organismos vivos.

Una investigación del Instituto de Estudios Antárticos de Excelencia Australiano y la Universidad de Tasmania, basada en datos recopilados entre 1997 y 2015, modeló el movimiento de corrientes superficiales y demostró que desechos provenientes de cualquier continente pueden llegar a la Antártida.

Según el estudio, Nueva Zelanda es el punto de origen desde el que los residuos marinos tardan menos en arribar: menos de nueve meses para que una botella plástica alcance la región. Por el contrario, los desechos procedentes de Argentina y Chile demorarían más tiempo debido a las corrientes predominantes.

Los especialistas advierten que la mejor manera de proteger a la Antártida comienza lejos de sus costas, mediante la acción climática y la reducción de la contaminación marina. La iniciativa Vientos antárticos, disponible en diversas plataformas, busca concienciar sobre la importancia de preservar este ecosistema único y comprender cómo las actividades humanas impactan en su equilibrio.

Por: AMEA.