Qatar. 

Ante una pared de pantallas digna de la NASA, unos técnicos controlan las puertas, las comunicaciones a los espectadores y las imágenes de las 15 mil  cámaras de los ocho estadios que acogerán el Mundial de fútbol del 20 de noviembre al 18 de diciembre en Qatar.

Desde una fuga en los aseos a un problema de seguridad, todos los incidentes susceptibles de perturbar el normal desarrollo de la situación en los estadios serán gestionados de manera centralizada en un único lugar «por primera vez en la historia del Mundial», subraya el responsable tecnológico de este centro de control, Niyas Abdulrahiman.

«La idea de conectar todos los estadios (…) ha sido posible por la naturaleza compacta de este Mundial», con apenas 75 kilómetros de distancia entre los dos estadios más alejados entre sí, explica.

Los organizadores del primer Mundial en un país árabe invirtieron casi 6 mil  millones de euros (6 mil 149 millones de dólares) en construir siete estadios, renovar otro y dotar al evento de los campos de entrenamientos necesarios. Tienen también como objetivo que su centro de control se convierta a partir de ahora en una referencia para los principales eventos deportivos internacionales.

Con entre 1,2 y 1,4 millones de espectadores esperados en cuatro semanas en el pequeño emirato, un acceso menos restringido que en época normal a las bebidas alcohólicas (aunque las normas al respecto no han sido todavía precisadas) y hasta cuatro partidos por día durante la fase de grupos, el centro de mando situado en el complejo del estadio Khalifa de Doha tendrá un papel destacado.

Las multitudes que se esperan por las calles de Doha preocupan a las agencias de seguridad y se espera la llegada de refuerzos del extranjero durante el evento, entre ellos más de 3 mil agentes antidisturbios turcos.

En todos los estadios a la vez

«Ocurra lo que ocurra, tenemos una respuesta», asegura Hamad Al Mohannadi, director del centro de control. «Mientras no haya daños materiales y nadie esté herido, nos limitaremos a observar. Deberemos señalar y gestionar todo lo que se refiere a los daños materiales o a las personas», añade.

Además de controlar el aire acondicionado y las aglomeraciones en las puertas de entrada, ese ‘cuartel general’ servirá para acoger a la policía en los días de partido y para ser el nexo de unión con el centro de mando de las fuerzas del orden.

Según Abdulrahiman, ese centro permite tener «ojos, oídos y una presencia en todos los estadios a la vez».

«Podemos ver el conjunto de las 15 mil cámaras (equipadas de un sistema de reconocimiento facial) repartidas en los ocho estadios y hacer la vigilancia desde aquí», precisa. «Recibimos muchos datos y vamos a utilizarlos al máximo», subraya.

Las alarmas se muestran de manera inmediata en las pantallas y la reacción puede ser por ello instantánea.

En caso de incidente, las personas que están frente a los monitores pueden «controlar las cosas, poner los otros estadios en diferentes niveles de alerta y tomar medidas simultáneas de precaución».

 «De Catar al mundo del deporte» 

«Un estadio puede ser evacuado y nosotros podemos securizar el perímetro alrededor de otro e impedir a la gente que entre», añade el responsable del centro.

También se pueden realizar comunicaciones en uno o varios estadios, directamente al público.

Es posible saber cuántas personas se encuentran en un lugar en momento dado y los autocares que están próximos.

También existen modelos virtuales de cada estadio, con el objetivo de encontrar la mejor manera de acceder a una sala o un lugar específico.

«Lo que ven aquí es un nuevo estándar, una nueva tendencia en la explotación de los estadios. Es la contribución de Qatar al mundo del deporte. Lo que ven aquí es el futuro», concluye Abdulrahiman.