Madrid, España.

Los fenómenos climáticos que han sacudido puntos del hemisferio norte en las últimas semanas están siendo la tónica de un verano marcado por tragedias. Megaincendios, olas de calor o inundaciones recuerdan la necesidad de actuar cuanto antes ya que «el margen se cierra para evitar lo peor», según los expertos.

El ecuador del periodo estival ha arrancado con una multiplicación de desastres en gran parte del mundo. Turquía, Finlandia, Emiratos Árabes, Canadá, España o Francia son solo algunos de los países forzados a desplegar mecanismos de emergencia para vadear catástrofes atribuidas a la crisis climática.

Cambio climático, «multiplicador» de desastres

Gran parte de Europa sufre actualmente una ola de calor «excepcional» con temperaturas que rebasan los 42 grados en puntos de Francia, Portugal, los Balcanes y España, y que ha puesto en aviso por riesgo extremo de incendios a muchas zonas del continente.

La intensidad térmica se ha notado además en los países nórdicos. Suecia, Noruega o Finlandia experimentan valores sin precedentes, como en este último, donde se superaron los 30 grados durante tres semanas seguidas, su ola de calor más larga desde 1961.

En otros lugares del globo, los Emiratos Árabes están desde mayo en alerta tras haber bordeado su récord histórico -51,8- el pasado día 1; mientras que en Turquía, donde los incendios y una importante sequía se han ensañado con ese país este verano, los termómetros asfixiaron a la población de Silopi (sureste) con 50,5 grados.

Frente a este panorama desolador, la ONU advertía el pasado mes de que estos episodios «sin precedentes» que azotan a Europa no son una anomalía sino «una señal clara de la crisis climática» e instaba a adoptar medidas urgentes: emplear energías renovables, reducir el uso de automóviles y exigir políticas climáticas ambiciosas.

En declaraciones a EFE, Fernando T. Maestre, profesor de Ciencias Medioambientales en la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá en Arabia Saudí, considera que el cambio climático es un «denominador común» de esos fenómenos pues actúa como «multiplicador».

«El calentamiento intensifica el ciclo del agua y provoca lluvias más intensas en algunos lugares y sequías más extremas en otros. Además, el aumento de las temperaturas favorece las olas de calor y los incendios forestales. Todo esto está ocurriendo con mayor frecuencia y gravedad por la influencia humana en el clima», explica.

El experto matiza que la crisis climática «no crea todos los fenómenos extremos, pero los hace más frecuentes, intensos y destructivos» y sostiene que están «acelerando cambios irreversibles en muchos ecosistemas».

Si bien opina que «aún estamos a tiempo de evitar lo peor, el margen se está cerrando rápidamente».

Más tormentas, más incendios

Mar Gómez, directora meteorológica del portal español eltiempo.es y doctora en físicas, dice a EFE que «a medida que el planeta se calienta y aumenta la temperatura global, las temperaturas aumentan tanto en la tierra como en los océanos, dando lugar a una mayor frecuencia de olas de calor, tanto marinas como terrestres, con temperaturas mucho más extremas».

En el caso de España, puntualiza que el cambio climático provoca que «las lluvias tengan una mayor torrencialidad, porque el Mediterráneo es como una olla a presión que hace que se produzca una mayor evaporación en la zona y da lugar a que se gesten tormentas más importantes».

A esto se le suma «la tropicalización de las noches, que han aumentado en los últimos años (…) mientras que un mundo más seco, más árido, hace que los incendios se propaguen más», agrega.

De hecho, los megaincendios son otros protagonistas no deseados del verano. Así, Canadá, con más de 700 incendios activos, se enfrenta a la segunda peor temporada de incendios de su historia, por detrás de 2023, cuando las llamas consumieron 17,3 millones de hectáreas o 173.000 kilómetros cuadrados de territorio.

Al otro lado del Atlántico, España lleva semanas en alerta, y otros países del continente -Italia, Los Balcanes, Grecia- se enfrentan a un riesgo extremo, según el sistema europeo Copernicus, que observa el estado del clima y la Tierra en la Unión Europea.

Francia también ha sido pasto de uno de los mayores incendios de su historia, que desde el pasado día 5 ha quemado más de 16.000 hectáreas en el macizo de Corbières, cerca de Narbona.

Mientras, Hong Kong registró el pasado día 5 una acumulación de precipitaciones nunca vistas en un mes de agosto en más de 140 años: 355,7 milímetros en un solo día.

En este recuento, las tormentas provocaban al menos 44 fallecidos y 9 desaparecidos en distritos rurales del norte de Pekín; mientras que en Pakistán, un monzón mortal segaba la vida de 266 personas -de las que casi la mitad eran niños- por implacables lluvias torrenciales.

Políticas para frenar la tendencia

Frente a este patrón de desastres climáticos, el veterano científico del Centro Euro-Mediterráneo de Cambio climático (CMCC) Enrico Scocciamarro afirma a EFE que está demostrado que las «políticas de mitigación pueden parar el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera» y cree que es «factible frenar la tendencia de calentamiento global».

Señala asimismo que «dependiendo de las políticas de mitigación que apliquemos, el sistema climático reaccionará en consecuencia», al tiempo que ve necesario «asociar también a las estrategias de mitigación medidas de adaptación específicamente diseñadas a medida en las diferentes partes del globo».