Venezuela.
El ruido de los autos y los buses domina Caracas, pero eso no impide que estos colibríes lleguen hasta el departamento de Tomás Fernández. Este chef de 55 años tiene bebederos por todas las ventanas de su casa, esperando que caiga la tarde para alimentar a estas aves que tanto le apasionan.
“Caracas es una ciudad privilegiada para las aves y en el caso de los colibríes de las 100 especies que hay en Venezuela, Caracas tiene 27, más o menos podría tener 30 quizás también, pero digamos que registradas 27”, comentó Tomás Fernández, aficionado de los colibríes.
Estas pequeñas aves llegan por bandadas a bebederos colocados en jardines de la capital de Venezuela. El néctar que consumen los colibríes consta de agua y azúcar. Los entusiastas de estas aves se esfuerzan en mantener los dispensadores siempre limpios y sin hongos para no afectar su salud.
Con un metabolismo 77 veces superior al del humano promedio, los colibríes gastan tanta energía durante el día que por la noche entran en un estado semejante a la hibernación.
Alberto Blanco estudia el comportamiento del picaflor. Trabaja en Topotepuy, un jardín privado de 554 hectáreas, también con múltiples bebederos cuyo uso dividió opiniones. Algunos ornitólogos advierten que puede modificar los hábitos de los colibríes y afectar su rol polinizador, pero para este científico: no lo afectan.
“Un colibrí puede visitar en el bosque normal entre mil a dos mil flores diarias para alimentarse, esto es solamente un complemento más y no está, no se está perturbando o no se está cortando su función de polinizadores, ellos sigue polinizando”, concluyó Alberto Blanco, coordinador de proyectos científicos.
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