Iberoamérica.

El aumento de la contaminación atmosférica está potencialmente relacionado con un mayor riesgo de resistencia a los antibióticos en todas las regiones del mundo, según un estudio que destaca que esta vinculación se ha reforzado con el tiempo.

Disminuir, por tanto, los niveles de contaminación reduciría en gran medida las muertes y los costes económicos derivados de las infecciones resistentes a los antibióticos, según el artículo de la revista The Lancet Planetary Health.

«La resistencia a los antibióticos y la contaminación atmosférica se cuentan por derecho propio entre las mayores amenazas para la salud mundial», señala Hong Chen, de la Universidad de Zhejiang (China), pero hasta ahora no se tenía «una idea clara de los posibles vínculos entre ambas».

«Este trabajo sugiere que los beneficios de controlar la contaminación podrían ser dobles: no solo reduciría los efectos nocivos de la mala calidad del aire, sino que también podría desempeñar un papel importante en la lucha contra el aumento y la propagación de bacterias resistentes a los antibióticos».

El uso incorrecto y excesivo de antibióticos son los principales impulsores de esta resistencia, pero las pruebas sugieren que la mala calidad del aire también contribuye.

La contaminación atmosférica es un cóctel de muchos componentes tóxicos y el término PM -siglas en inglés de Particulate Matter- se usa para describir una mezcla de pequeñas partículas sólidas y líquidas que se encuentran en el aire.

Estas partículas se dividen en categorías según su tamaño y las especialmente finas -como las PM2,5 y las PM0,1- son las más preocupantes en cuanto a los efectos perjudiciales para la salud.

En este estudio se analiza el papel de las PM2,5 (2,5 micrometros), provocadas por procesos industriales, transporte por carretera y combustión doméstica de carbón y madera. 7.300 millones de personas en todo el mundo están expuestas directamente a niveles medios anuales de PM2,5 que no son seguros y el 80% de ellas vive en países de renta baja y media, según datos recogidos en un comunicado de la revista.

Los autores crearon un amplio conjunto de datos para explorar si las PM2,5 son un factor clave que impulsa la resistencia global a los antibióticos, utilizando información de 116 países desde 2000 hasta 2018.

En total, incluyeron datos que abarcan nueve patógenos bacterianos y 43 tipos de antibióticos. Además, utilizaron información sobre los servicios de saneamiento, la economía, el gasto sanitario, la población, la educación, el clima y la contaminación atmosférica.

Entre las fuentes de datos, la Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea de Medio Ambiente y el Banco Mundial. Los resultados indican que la resistencia a los antibióticos aumenta con las PM2,5, y que cada incremento del 1 % en la contaminación atmosférica está vinculado a aumentos en la resistencia a los antibióticos de entre el 0,5 y el 1,9 %, dependiendo del patógeno.

La asociación se ha reforzado con el tiempo, y los cambios en los niveles de PM2,5 han provocado mayores aumentos de la resistencia a los antibióticos en los últimos años. Los niveles más altos -por esta causa- se registran en el norte de África, Oriente Medio y el sur de Asia, mientras que en Europa y Norteamérica son bajos.

Debido a su gran población, se cree que China y la India son los países en los que los cambios en las PM2,5 tienen un mayor impacto en el número de muertes prematuras por resistencia a los antibióticos.

El análisis indica que la resistencia a los antibióticos derivada de la contaminación está relacionada con unas 480.000 muertes prematuras en 2018. Esto condujo a costos económicos adicionales de 395.000 millones de dólares.

La modelización de posibles escenarios futuros indica que, si no se produjeran cambios en las políticas sobre contaminación, en 2050 los niveles de resistencia a los antibióticos en todo el mundo podrían elevarse un 17 %. El número anual de muertes prematuras aumentaría a alrededor de 840.000, más en el África subsahariana.