Ciudad de México, México.
El suicidio de la joven colombiana Catalina Gutiérrez el 21 de julio debido al maltrato que enfrentó durante su residencia médica desató conmoción entre la comunidad médica de ese país y puso los reflectores en la salud mental de estudiantes de medicina y residentes de toda la región.
El suceso coincidió con estudios y encuestas recientes que reportan aumento de jóvenes con estrés, ansiedad y/o depresión debido a presiones propias de la profesión pero, sobre todo, a agresiones y humillaciones que se normalizaron en la educación médica.
En un artículo publicado recientemente en Frontiers in Psychology, investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñíz (INPRFM), México, reportan que la depresión y la ansiedad de centenas de residentes mexicanos está relacionada con agresiones de sus superiores.
“Algo impactante es que el factor que estuvo más asociado a estos problemas de salud mental fue la agresión por parte de colegas o de residentes de mayor nivel. Este es el gran elefante blanco, hay mucha agresión en el gremio médico”.
Ana Fresán, encargada del Laboratorio de Epidemiología Clínica del INPRFM
Entre 2019 y 2021 el grupo recibió más de 12.000 respuestas de residentes y médicos de distintas especialidades en una encuesta abierta y voluntaria para determinar las variables que aumentan las probabilidades de depresión y/o ansiedad en esta población.
“Teníamos contemplado evaluar a dos mil especialistas, incluyendo residentes, pero llegaban cada vez más respuestas”, dijo a SciDev.Net Ana Fresán, encargada del Laboratorio de Epidemiología Clínica del INPRFM y coautora del artículo.
La mayor cantidad de respuestas provino de pediatras: más de 900, que representan el 70 por ciento de los registrados en el país. Según el estudio, el porcentaje de pediatras en formación con depresión y/o ansiedad fue de 11,6 por ciento y 20 por ciento, respectivamente, mucho más que en la población general mexicana (2,96 y 3,85 por ciento, respectivamente).
Además, reportan que hay variables relacionadas con esas afecciones mentales, por ejemplo, ser soltero, tener antecedentes de episodios ansiosos y/o depresivos, angustia relacionada con el trabajo y ver morir a un paciente infantil.
“Algo impactante es que el factor que estuvo más asociado a estos problemas de salud mental fue la agresión por parte de colegas o de residentes de mayor nivel. Este es el gran elefante blanco, hay mucha agresión en el gremio médico”, dijo Fresán.
La psiquiatra María Yoldi Negrete, investigadora del INPRFM y autora principal del artículo, explicó que en medicina “permea el concepto erróneo de que los médicos no deben equivocarse. Entonces el abordaje para alguien que se equivoca es regañar, humillar, evidenciar el error”.
“Esto va en contra de todo lo que se sabe acerca del aprendizaje. Genera la sensación de ‘no soy bueno’, ‘no me estiman’, ‘no estoy logrando cubrir las expectativas’, agregó.
“En algunos casos, vemos que esto lleva (a los residentes) a la ideación suicida; puede que en realidad no deseen morir, sino terminar con el sufrimiento, con el desgaste”, dijo Fresán.
En Colombia, a partir del suicidio de la doctora Gutiérrez, la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR), que agrupa a dos mil residentes de todo el país, abrió una casilla de correo electrónico para recibir quejas sobre agresiones o maltratos. En menos de 24 horas recibieron 12 correos y una semana después ya eran más de 150.
“La problemática de maltrato no es algo reciente. Es algo que está muy metido en la cultura de la formación médica, y que reproducen los profesores y médicos de mayor edad porque así se formaron ellos”, dijo a SciDev.Net Cindy Rodríguez, residente de pediatría de la Universidad Nacional de Colombia y presidenta de la ANIR.
“Pero eso nunca estuvo bien, nunca va a estar bien hacer 72 horas de turno, no volver a casa en cinco días, que te insulten o te golpeen por un proceso de aprendizaje”, añadió.
La ANIR también publicó una encuesta entre estudiantes de pregrado y posgrado de la Universidad del Valle, Colombia, que muestra un alarmante número de personas que sufre algún tipo de violencia de algún docente.
De las 129 respuestas anónimas, 79,8 por ciento reportó que fue víctima de violencia psicológica, 11,6 por ciento sufrió violencia física y el 46,6 por ciento, acoso sexual. Esto impulsó a que algunas internistas denunciaran en redes sociales actos de acoso laboral y sexual de sus superiores en hospitales del interior de Colombia.
La misma encuesta destaca que la mayoría de estas violencias no se denuncian por miedo a represalias y revictimización. Y eso también sucede a los residentes con problemas de salud mental que no acuden a atención psicológica ni psiquiátrica por miedo a ser revictimizados.
“Hay personas diagnosticadas con incapacidad por un psiquiatra, pero cuando vuelven su docente les dice ‘eres un llorón’, ‘no sirves para nada’. No es un entorno seguro”, aseveró Rodríguez.
Condiciones de trabajo como agravante
Aunado a los maltratos, las extenuantes condiciones de trabajo médico en América Latina tampoco ayudan a la salud física ni mental.
En algunos países la legislación limita una jornada semanal máxima de 80 horas y 24 horas de trabajo consecutivo para residentes, pero en la mayoría de los países de América Latina, no hay estas leyes o, si existen, no se cumplen.
“Son mano de obra barata. Necesitan aguantar muchísimas horas sin dormir y un trabajo extenuante. Solo es porque hay una falta de personal, no tiene nada que ver con que después vayan a necesitar eso para su profesión” aseguró Negrete.
La falta de descanso y la extrema fatiga tienen consecuencias. Desde hace más de una década, diversos estudios reportan la incidencia de errores a causa de la fatiga, desde errores médicos, pinchazos percutáneos con aguja y lesiones por laceración hasta accidentes de tráfico tras las guardias.
“Son mano de obra barata. Necesitan aguantar muchísimas horas sin dormir y un trabajo extenuante. Solo es porque hay una falta de personal, no tiene nada que ver con que después vayan a necesitar eso para su profesión”.
María Yoldi Negrete, investigadora del INPRFM
Incluso, investigadores en Brasil reportaron desde 2011 que el desempeño en la memoria y la atención en un grupo de residentes médicos disminuye después de una hora de guardia.
Para el psiquiatra Luiz Antonio Nogueira Martins, investigador de la Universidad federal de São Paulo (UNIFESP) y coautor de ese artículo, se pueden y deben adoptar diversas medidas preventivas. En el caso de los médicos residentes, destaca la necesidad de que haya “servicios psicológicos/psiquiátricos, la extinción del régimen de trabajo continuo de 36 horas, y la concientización de profesores y residentes sobre el estrés de la formación”.
La propuesta de María Yoldi Negrete es pasar del modelo de formación basado en la perfección a uno basado en la compasión, en el que esté permitido hablar y aprender de los errores y no se estigmatice la salud mental del médico.
Y también dejar de ver a los médicos como héroes. “La cultura médica heroica es muy perjudicial para la salud mental en la medida en que normaliza el sufrimiento como parte de la formación profesional”, dijo Nogueira Martins.
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