CDMX, México.

En medio de una crisis sanitaria como la que vivimos en todo el mundo, leer que un país con alto desarrollo científico y tecnológico como Israel ha logrado “crear” una vacuna y un anticuerpo para prevenir o combatir la COVID-19 puede generar grandes expectativas sobre el control de la pandemia.

Sin embargo, la realidad es que en ambos casos los avances alcanzados por equipos de investigación en Israel están apenas en sus primeras fases, las cuales deben comprenderse más allá de los titulares de medios periodísticos para saber si alguno de esos hallazgos puede funcionar de manera segura contra la infección causada por el virus SARS-CoV-2.

En un entorno actual marcado por la competencia de conseguir un antídoto contra el patógeno, los medios resultan clave para comunicar con cautela los anuncios de hallazgos aparentemente espectaculares y explicar con detenimiento su potencial.

Esto no sucedió en el caso de la vacuna y el anticuerpo anunciados en los últimos meses por Israel. En su lugar, medios de comunicación nacionales e internacionales difundieron noticias muy optimistas y poco explicativas sobre las características del avance, así como los tiempos y fases de cada desarrollo.

Vamos por partes: los anticuerpos contra el SARS-CoV-2

El 5 de mayo, el Ministerio de Defensa de Israel a través de su cuenta de Twitter anunció que “el Instituto de Investigación Biológica de Israel (IIBR), ha completado un desarrollo científico innovador; creando un anticuerpo que neutraliza el (nuevo) coronavirus”.

En el tuit también subrayaba que el anticuerpo neutralizante tenía algunos parámetros clave: es monoclonal, nuevo y refinado, y contiene una proporción excepcionalmente baja de proteínas dañinas (no explicaba cuáles); puede neutralizar el coronavirus, y se probó específicamente en éste.

“Basado en publicaciones científicas exhaustivas de todo el mundo, parece que el IIBR es la primera institución en lograr un avance científico que cumple los parámetros antes mencionados simultáneamente”; cerraba el hilo que derivó en publicaciones como las antes descritas.

Entonces, vamos a explicar de qué va esto:

Los anticuerpos monoclonales se llaman así porque provienen de células iguales (clonas). Se trata de proteínas producidas en laboratorio y diseñadas para servir como anticuerpos sustitutos que pueden restaurar, mejorar o imitar el ataque del sistema inmune.

Los anticuerpos se obtuvieron a través de la reformulación de un anticuerpo quimérico -que combina elementos de ratón y humanos- obtenido de células cancerígenas de ratones que habían sido inmunizados con otros tipos de coronavirus (MERS-CoV, SARS-CoV y HCoV-OC43).

Ese anticuerpo se probó posteriormente con SARS-CoV y SARS-CoV-2 demostrando que puede inhibir de manera potente la infección causada por el nuevo coronavirus en cultivos celulares in vitro.

La ventaja de los anticuerpos monoclonales es, precisamente, que son todos iguales. Y al ser producto de células idénticas, es posible obtener grandes cantidades cuando se hace de forma “industrial”; de forma contraria a aislar anticuerpos de origen animal que tienen una producción más limitada.

El mayor avance de este proyecto es que el Instituto de Investigación Biológica inició en mayo el trámite para patentar ocho variedades de anticuerpos contra el nuevo coronavirus que pudieran derivar en un futuro medicamento para la COVID-19.

Con todo y ello, la investigación con este tipo de anticuerpos aun debe pasar por otras etapas de investigación para probar y validar su eficacia contra el nuevo coronavirus.

Diseño: Paulina Blanco Álvarez

¿Y la vacuna?

Si bien en abril, el mismo centro de investigación anunció tener un prototipo de vacuna, fue hasta el 19 de junio que publicaron un artículo al respecto, sin revisión por pares.

En ese documento describen un experimento en el cual se infectó a un grupo de hámsters con SARS-CoV-2 para estudiar los efectos de la infección. Otro grupo sano de esos roedores fue inoculado con una vacuna recombinante denominada VSV-∆G-spike y posteriormente expuesto al nuevo coronavirus.

En el manuscrito, los autores afirman que mientras que el grupo sin vacuna desarrolló la enfermedad, el segundo no lo hizo.

Esta vacuna recombinante consiste en cambiar una proteína de un virus llamado VSV por la proteína spike del coronavirus (los picos con forma de corona). Así, cuando el VSV mutante es procesado, uno de los antígenos se presenta en la proteína spike del coronavirus y se generan entonces anticuerpos contra él.

“Es importante destacar que la vacuna de dosis única fue capaz de proteger hámsters contra el desafío del SARS-CoV-2, como lo demuestra la supresión de la pérdida de peso corporal de los hámsters inmunizados en comparación con los hámsters no vacunados”, así como la detección de anticuerpos, la carga viral indetectable y la ausencia de daño pulmonar en los roedores; de acuerdo con los autores de la investigación.

Con base en ello, describen su propuesta “como una vacuna segura, eficaz y protectora contra la infección por SARS-CoV-2”.

Sin embargo, vale la pena señalar que no se caracterizó a profundidad el tipo de respuesta de anticuerpos que se produjo en su modelo experimental. Además de que la ausencia de una revisión por pares deja aún preguntas importantes sin responder; especialmente si sería segura y eficaz antes de siquiera pensar en evaluarla en humanos.

Por: Red Mexicana de periodistas de Ciencia / Ginarely Valencia