México.

El cuerpo y el cerebro de los seres humanos responden inconscientemente a los contenidos que reciben de los medios de comunicación y de la red. La desarrolladora de tecnología creativa Heidi Boisvert, decidió medir los efectos neurológicos de las personas causados por Internet por los dispositivos móviles y la realidad virtual y aumentada.

Descubrió que éstos estaban reescribiendo el sistema nervioso, es decir, modificaban la estructura del cerebro en palabras de la especialista. Las tecnologías mencionadas vuelven a las personas más incompetentes social y emocionalmente.

“Lo que está pasando es que la materia del área gris en el cerebro se está reduciendo como resultado de nuestra dependencia excesiva de estas tecnologías, también se produce lo que podríamos llamar «aprendizaje superficial», porque estamos saltando de un concepto a otro y de información a información, así que con el tiempo esas áreas se están erosionando».

«Lo que no está sucediendo es algo que se llama consolidación de la memoria y que es realmente crítico en términos de nuestra capacidad para dar sentido al mundo y unir conceptos complejos. Entonces esa es una de las áreas, pero la otra cosa es que la razón por la que digo que nos está volviendo más incompetentes social y emocionalmente se debe a esas regiones específicas del cerebro en las que se produce la consolidación de memoria. También están reduciendo nuestra capacidad de empatía”, explicó Heidi Boisvert, desarrolladora de tecnología creativa.

Cultura pop y la neurociencia

La investigadora fundó Future Perfect Lab, agencia que aprovecha el poder de la cultura pop y la neurociencia para desarrollar tecnología emergente que impulse un cambio social. También construyó el sistema Limbic Lab, un laboratorio que captura la respuesta inconsciente del cerebro y del cuerpo ante los contenidos de la tecnología y que está integrado por dos componentes: un motor narrativo y una máquina mediática.

Funciona de la siguiente manera: mientras un sujeto mira o interactúa con contenido digital, la máquina internaliza y sincroniza datos de ondas cerebrales en tiempo real, datos biofísicos como ritmo cardíaco, circulación, temperatura corporal y contracción muscular. Además, registra el movimiento ocular y las expresiones faciales.

La información se recoge en momentos críticos de la trama, por ejemplo, cuando el sujeto observa una escena de terror. Así se puede obtener el genoma de los medios. “Lo que estamos haciendo ahora es intentar construir una interfaz para ese genoma de los medios, de modo que los creadores de medios, las organizaciones de justicia social y las organizaciones culturales, incluso los periodistas, puedan realmente usar la interfaz para ejecutar sus propias consultas y dar sentido a los datos”, Heidi Boisvert.

La científica realiza el mapeo del primer genoma mediático para poner un ejemplo de su funcionamiento, mientras que el genoma humano identifica todos los genes involucrados en la secuenciación del ADN. La creciente base de datos de huellas mediáticas permitirá determinar el ADN mediático de una persona en concreto. A diferencia de la medicina personalizada, Limbic Lab busca ayudar a desarrollar bio contenido para la audiencia a nivel individual.

“Como artista y como humanista me interesa encontrar formas de cambiar la trayectoria de la tecnología para hacerla más sensible a la vida y que pueda ser una forma de infundir valores más positivos en la sociedad, correctos y no dañinos, por lo que es una línea muy complicada. Creo que también tenemos una oportunidad maravillosa en este momento, por como veo que se acerca la generación joven, hay muchas narrativas nuevas que están surgiendo específicamente en los EE.UU. en torno a la justicia racial y la inmigración”, concluyó Heidi Boisvert.

Por: Canal 22.