Budapest.

Bajo el título de «El color de las ideas» el Museo de Bellas Artes de Budapest presenta hasta el 16 de octubre la obra del francés Henri Matisse, probablemente el pintor fauvista más importantes de la historia, que durante toda su vida buscaba renovar su arte.

La obra de Matisse (1869-1954) se presenta por primera vez en Hungría, con una muestra de más de 150 obras, divididas en ocho secciones cronológicas y temáticas, desde el inicio de su carrera hasta sus últimos años, cuando, ya enfermo, se centró en la creación de colajes, entre ellos, la famosa serie «Jazz».

La exposición de Budapest se basa en gran parte en la colección del Centro Pompidou de París, pero también se exponen pinturas y dibujos de otras instituciones.

EL COLOR DE LAS IDEAS

«El color de las ideas» alude a dos importantes aspiraciones de Matisse, cuenta el comisario de la exposición, Dávid Fehér, en declaraciones a Efe en la capital húngara.

«Por una parte centraba su arte en la búsqueda de la expresividad mediante colores y las composiciones compuestas por ‘manchas’ de colores, lo que es una de las características del movimiento artístico fauvista (fovista), mientras que se dedicaba también al dibujo. Buscaba superponer esos dos factores», explica el experto.

En la primera etapa de su carrera, Matisse seguía la estética clasista pero pronto «recibió importantes impulsos del puntillismo y de artistas como Paul Cézanne. Ya buscaba los colores más intensos», recuerda el comisario.

De esta época destaca «Le Luxe» (El lujo), una interpretación de la vitalidad, que refleja una clara influencia de un viaje a Italia.

La segunda sección muestra cómo el pintor «inició un diálogo con el cubismo» utilizando colores más profundos y convirtiendo sus pinturas en más estructuradas.

«Matisse tenía una legendaria relación con Pablo Picasso, Juan Gris y Georges Braque», recuerda Fehér, destacando que en estos años (el inicio del siglo XX) aparece en su arte el motivo constante de la ventana, que une el espacio interior hacia el exterior.

Una de las «sensaciones» de la muestra es, según el comisario, «Portre-fenêtre à Collioure» (Puerta de vidrio en Collioure), de 1914, en la que Matisse decide pintar de negro el mundo que se sitúa detrás de la ventana.

«Es difícil no relacionarlo con la angustia metafísica de este año (cuando estalló la Gran Guerra)», subraya Fehér.

En las siguientes secciones, la muestra hace un recorrido por las estatuas en bronce con las que a veces llega a la abstracción, así como por las representaciones de interiores y odaliscas, caracterizadas por el orientalismo.

LA ENFERMEDAD

Una operación por cáncer en 1941 ha hecho que el arte de Matisse sufriera de nuevo un cambio de rumbo, ya que debido a su debilidad le costaba trabajar como antes.

Las últimas tres secciones de la muestra hacen un recorrido por estos años, cuando su obra se centró en los dibujos y en los libros de artistas como «Jazz» (1947), que reúne una serie de colajes.

Tras volver a la pintura Matisse se dedicó desde 1948 al diseño de la capilla del Rosario de las dominicas de Vence (Francia), que él mismo consideraba como una de sus máximas obras.

Una de las versiones previas de este proyecto, «llena de vitalidad y motivos florales» ocupa toda una sala de la muestra. «Es algo muy especial. Es impresionante que (el Centro Pompidou) nos lo hayan prestado», concluye Fehér.

El Museo de Bellas Artes de Budapest ha publicado con motivo de la muestra un catálogo que recoge varios textos del propio Matisse sobre el arte.