Colombia.

 

«Me diagnosticaron con un trastorno mixto de ansiedad y depresión hace 17 años. Empecé a sentirme preocupada todo el día, muchas veces empecé a sentir palpitaciones en mi corazón muy fuertes, combinado con momentos de total apatía a la vida», dijo Lorena.

Así transcurrían los días de Lorena Rodríguez, quien aferrada a la vida para ganarle la batalla a la depresión y a la ansiedad, se sometió a todo tipo de tratamientos. “Vi un enfoque totalmente holístico integral, pasando todo lo que tiene que ver por salud mental, espiritual, física y también provee diferentes tipos de fármacos. Entonces veíamos que mi cuerpo toleraba medianamente bien alguno, pero los otros era como si mi cuerpo no lo tolerara”, agregó.

Sin resultados, Lorena conoció al médico William Omar Contreras, neurocirujano funcional e investigador aliado del Hospital Internacional de Colombia, quien le ofreció una solución, ‘la estimulación cerebral profunda’, una cirugía que podía encender las partes de su cerebro apagadas y mejorar notablemente su calidad de vida.

La estimulación cerebral profunda consiste en colocar unos electrodos, unos chips dentro del cerebro. Y esto es a través de unas conexiones están conectados a una batería y esa batería envía impulsos eléctricos, corriente. Todo, por supuesto, queda dentro del paciente, el paciente puede ir a una piscina, al mar, montar en avión. Este caso en específico es muy especial porque en general se coloca un chip en cada hemisferio cerebral, o sea, dos por paciente. Pero tenemos una nueva tecnología que nos permite colocar cuatro electrodos. Cuatro chips cerebrales en el mismo paciente”, detalló Contreras.

Este procedimiento que le cambió la vida a Lorena es como un pequeño marcapasos que se instala pero en el cerebro. “Él tiene una carga que dura más o menos 5 años, pero sí es una fuente de energía que manda impulsos eléctricos. Estos impulsos eléctricos lo que buscan es un circuito que está disparando mucho, volver a estabilizar su energía”, agregó el médico.

“Después de la cirugía empecé a sentir muy cambios. De hecho, hubo días donde a mí ya se me había quitado el tema de “vamos a un centro comercial, salgamos, vamos a comer helado». Ese tipo de cosas a mí me volvieron rapidísimo”, dijo la paciente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión afecta al 5% de la población adulta mundial, es decir, a unas 280 millones de personas que sufren esta condición. De esas, unas 350 mil podrían ser candidatas para el tratamiento que recibió Lorena, quien hoy goza de tranquilidad, disfrutando de su vida.

Por: Canal Tro.