Tucson (EE.UU.), 27 julio .-
Una investigación forense realizada con cuerpos de cerdos muertos colocados en el desierto de Arizona (EE.UU.) hace temer, por la rapidez con que «desaparecen», que las cifras oficiales de muertes de inmigrantes indocumentados sean muy cortas.
«Estamos seguros de que hay mucha más gente que ha muerto en el desierto y que simplemente nunca encontraremos sus cuerpos», dice a Efe Jasón de León, antropólogo y director del Proyecto de Migración Indocumentada (UMP) de la Universidad de Michigan (EE.UU.).
De León dirige un equipo de investigadores que desde 2012 ha llevado a cabo tres experimentos en pleno verano en el desierto de Arizona para saber qué ocurre con los inmigrantes que fallecen en la travesía por esos peligrosos y áridos territorios.
Para ello utilizan cuerpos de cerdos debido a su similitud con los de los humanos.
De acuerdo a las cifras oficiales de la Patrulla Fronteriza, desde el año fiscal 1998 y hasta el 2017 se ha reportado a lo largo de la frontera con México la muerte de 7.216 inmigrantes indocumentados, de los cuales 2.726 fallecieron dentro del Sector Tucson, en la frontera de Arizona.
Los experimentos con cerdos, el último de ellos finalizado a principios del mes de julio, están «demostrando que el medioambiente y los animales, pueden destruir un cuerpo rápidamente, en menos de tres o cuatro días, por lo que creo que nunca vamos a tener un número completo de los (inmigrantes) muertos en el desierto», indicó el antropólogo.
Algunos de los cuerpos porcinos utilizados para esta investigación son vestidos con ropas como las que suelen llevar los inmigrantes durante el cruce desde México.
Después los investigadores documentan paso a paso lo que ocurre con los cuerpos por medio de cámaras de video, fotografías e imágenes captadas por drones desde el aire.
Hasta el momento han concluido que los animales que más daño causan son los buitres, los cuales en bandadas de hasta 30 ejemplares pueden devorar y desarticular el cuerpo de un cerdo en menos de 36 horas, pero también hay videos que muestran cómo las hormigas y otros insectos acaban con los huesos.
El endurecimiento de las políticas migratorias a lo largo de la frontera con México en las dos últimas décadas, acompañado de una mayor vigilancia y del uso de tecnología, ha obligado a los inmigrantes a cruzar por zonas más apartadas y peligrosas, incluyendo el desierto de Arizona, una trampa mortal especialmente en el verano.
«El desierto está ‘limpiando’ todo el trabajo sucio del Gobierno, no hay evidencia, los cuerpos simplemente ‘desaparecen’, por eso por medio de estos experimentos estamos tratando de demostrar al público lo que pasa», dijo De León.
En su investigación más reciente, el equipo se sorprendió de cómo el cuerpo de uno de los cuatro cerdos que colocaron en el desierto cerca de la población de Arivaca simplemente «desapareció» en seis días.
En menos de dos semanas, todos los cuerpos de los cerdos, cada uno con un peso aproximado de 170 libras (77 kilos), habían sido devorados, cercenados y sus huesos diseminados por el desierto.
El antropólogo indicó que al final solo queda la ropa, objetos personales, como son los zapatos y los cinturones.
Explicó que es común que los inmigrantes que se ven obligados a dejar a un familiar, amigo o compañero de viaje que fallece durante el cruce traten de «preservar» el cuerpo cubriéndolo con rocas.
Sin embargo, sus investigaciones han demostrado que debido al material poroso de las piedras que se encuentran en el desierto al cubrir el cuerpo se produce un efecto similar a un horno, lo que hace que se descomponga mas rápidamente.
De León inició estas investigaciones forenses después de que durante un recorrido por el desierto de Arizona en el año 2011 encontró un diente y el brazo de una persona.
«Me impactó mucho ver estos restos, comencé a ver los reportes y descubrí que hay mucha gente que trabaja y contabiliza los cuerpos que llegan a la oficina del médico forense, pero no hay una agencia gubernamental que documente el número de casos de personas reportadas como desaparecidos», dijo.
De León espera volver el próximo año para investigar qué ha pasado con los restos de los cerdos que fueron dejados este verano.
Él y sus compañeros quieren ver si después de pasar tantos meses se puede encontrar algún tipo de rastros, ya sea ropa o huesos, y en caso de que sí, a qué distancia del lugar original donde fueron colocados.
Por: EFE/María León
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