Pekín, 26 julio 2018.-

La fabricante de chips estadounidense Qualcomm ha abandonado su plan de adquirir la compañía holandesa NXP por 44.000 millones de dólares después de que se haya acabado el plazo para conseguir la aprobación necesaria por parte del regulador de China, informó la compañía en un comunicado.

A las 11.59 hora de Pekín (03.59 GMT) concluía el plazo para que la Administración Estatal para la Regulación del Mercado de China diera luz verde a la fusión, acordada en octubre de 2016 y que debía ser aprobada por las autoridades de competencia de nueve mercados.

En los últimos meses las autoridades del país asiático han estado posponiendo la decisión de forma reiterada, lo que se atribuye a la creciente disputa comercial entre China y Estados Unidos.

Ante el silencio de China, que por el momento no ha comunicado públicamente su decisión aunque se asume que ha vetado la compra, Qualcomm ya adelantó anoche que si no recibía la aprobación de los reguladores chinos abandonaría su intento de compra de la firma holandesa, a la que pagará una comisión de 2.000 millones de dólares por romper el acuerdo de compra.

En lugar de continuar en su propósito de adquirir NXP, la estadounidense destinará 30.000 millones de dólares a la recompra de acciones de NXP, explicó su consejero delegado, Steve Mollenkofp.

«Si se producen acontecimientos que nos lleven a no terminar la transacción, seguiremos buscando la adquisición de todas las acciones emitidas y en circulación de NXP», recalcó.

La fusión entre Qualcomm y NXP, que se fraguó hace dos años, era considerada por el mercado como una operación de importancia estratégica en la lucha entre Pekín y Washington para dominar la revolución tecnológica en el futuro y, en concreto, el desarrollo de la tecnología 5G o los vehículos autónomos.

La propia compañía de San Diego calificó el acuerdo de transformador y dijo que diversificaría un negocio en el que predominaban los teléfonos inteligentes.

China era el último de los nueve mercados -entre los que se incluía EEUU, la Unión Europea y Japón- en el que las autoridades de competencia debían autorizar la operación.

No obstante, la decisión llevaba meses estancada debido a la tensión comercial entre las dos mayores potencias económicas del mundo, que aumentó a principios de este mes cuando entraron en vigor en EEUU aranceles a productos importados de China -principalmente tecnológicos- por valor de 34.000 millones de dólares.

China respondió con gravámenes por igual valor a bienes de origen estadounidense, sobre todo agrícolas como la soja, una reacción que llevó al presidente Donald Trump a amenazar con nuevas tandas de aranceles a productos que podrían sumar un valor de 500.000 millones de dólares.

Según los analistas, si Washington cumple con sus amenazas Pekín no responderá con medidas análogas sino que podría recurrir a otras tácticas de defensa como el bloqueo de este tipo de operaciones.