Italia.

La «madre y guía» de todas las iglesias se ve del Obispo de Roma y el Papa, y por ello la de mayor rango entre las cuatro basílicas mayores de la capital italiana, cumple en 1700 años. Es la basílica de San Juan de Letrán, la iglesia más antigua del mundo.

Sus muros han resguardado a 233 papas, han visto caer el Imperio Romano, han sobrevivido atentados bombardeos y saqueos y guardan en su interior reliquias de enorme valor para la tradición cristiana.

Según explicó el sacerdote Marco Ficina, director del coro de la diócesis de Roma y que canta en las celebraciones de esta basílica, fue la primera abierta al pueblo por el emperador Constantino tras la persecución.

Hoy aún se respira su fuerte conexión con la antigua Roma desde la imponente Puerta de Bronce. Además del templo, el recinto se contempla con el imponente claustro de Pietro Basalto y el baptisterio, el primero de forma octagonal y guía para los posteriores, aunque quizás lo más llamativo es la escalera santa. Los peldaños del Pretorio de Jerusalén, que según la tradición subió Jesús de Nazaret para su proceso, a día de hoy cientos de fieles las suben cada día de rodillas como penitencia.

El secreto para seguir en pie durante 1700 años reside en el uso de unos materiales extraordinarios, un arduo trabajo de restauración y el hecho de que siempre ha estado custodiada. Durante sus 1700 años de vida, la archibasílica sobrevivió numerosas vicisitudes que han amenazado su supervivencia y que arrana la épica que rodea a la catedral de Roma.

En su larga historia, Roma sufrió infinidad de saqueos, pero también ha visto cómo las casi 10.000 bombas lanzadas durante la Segunda Guerra Mundial causaron más de un millar de muertos en la ciudad eterna, o como un coche bomba colocado muy cerca del templo por la mafia siciliana Cosa Nostra provocó casi una decena de heridos.

Las celebraciones por el 1700 aniversario devolverán a esta iglesia parte de su esplendor y se espera que a finales de año el papa abra su puerta santa para el jubileo de 2025, el último por ahora de los eventos de un lugar por el que parece no pasar el tiempo.