Brasil.
Si bien la deforestación para convertir el suelo en pastizales es la actividad humana más dañina practicada en la Amazonía brasileña, según una investigación publicada en “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS), se requiere más información que permita descifrar la complejidad de las interacciones entre todas las especies que se resguardan en el bosque tropical.
“No sabemos ni siquiera medir el impacto de la tala de un árbol en la biodiversidad, y en el Amazonas hablamos de miles de kilómetros cuadrados de deforestación”, comentó a SciDev.Net Niro Higuchi, científico del Instituto Nacional de Investigación Amazónica en Manaus.
Higuchi, que no participó en la investigación de PNAS, considera importante que la ciencia se preocupe por explicar las causas de la deforestación, “porque sin esa información no podemos predecir la dirección de este fenómeno”.
Asimismo, destacó la necesidad de incorporar el estudio de los intercambios de agua y carbono entre los bosques y la atmósfera, y celebró la inclusión de la biodiversidad en el artículo.
El objetivo de la investigación fue, precisamente, medir los distintos niveles de impacto en los componentes de la ecología amazónica, como la biodiversidad, las reservas de carbono y la calidad del suelo. Los investigadores encontraron que la biodiversidad es el componente ecológico más afectado por todas las actividades humanas evaluadas.
La agricultura mecanizada, los pastizales para alimentar ganado, la tala y la quema del Amazonas son otras actividades humanas que contribuyen a la deforestación y degradación de los bosques en la Amazonía brasileña, aunque cada una tiene efectos diferentes.
Así, la transformación del suelo amazónico a pastizales disminuyó la diversidad de especies entre 18 y 100 por ciento. Además, la magnitud del terreno afectado por esta transición asciende a una media de 24 mil kilómetros cuadrados al año. De esta forma, se convierte en la única actividad catalogada como de alto impacto y con mayor prevalencia.
Sin embargo, también llaman la atención sobre las transiciones de bosque tropical a agricultura mecanizada. En estos casos, el impacto ecológico sobre la selva amazónica fue el más alto, con una disminución del 100 por ciento en la diversidad de árboles y lianas, además de un -77.9 por ciento de aves, entre otros componentes. Sin embargo, su nivel de ocurrencia es menos frecuente.
A través de su investigación en los paisajes selváticos de Santarém y Paragominas en el estado de Pará, al norte de Brasil, también determinaron que los bosques secundarios (terrenos deforestados en proceso de regeneración) son zonas cuya protección es de suma importancia en los esfuerzos por regenerar al Amazonas brasileño.
De esta manera, los autores pretenden ofrecer evidencia robusta para informar la toma de decisiones en materia de conservación y regeneración de los bosques tropicales de Brasil.
“Los bosques secundarios con 20 años de antigüedad pueden tener niveles de biodiversidad y reservas de carbono casi similares a los bosques primarios [aquellos sin intervención humana]. Es importante dejarlos madurar y protegerlos”, destaca el líder de la investigación, Cássio Alencar.
En este tipo de paisajes, la diversidad de árboles altos se duplicó, mientras que la cantidad de árboles pequeños se incrementó en 55 por ciento.
“Estamos intentando llevar estos resultados a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático para resaltar la importancia de tomar en cuenta la pérdida de biodiversidad, no sólo la pérdida de servicios de carbono”, continua el investigador por la Universidad Federal de Lavras en Brasil y la Universidad de Lancaster del Reino Unido.
Deforestación sigue aumentando en la Amazonía
Según el Sistema de Alerta de Deforestación, publicado mensualmente por el Instituto de las Personas y el Medio Ambiente de la Amazonia, en mayo de este año la superficie de territorio deforestado en Brasil aumentó 31 por ciento con respecto a mayo del 2021. Las regiones más afectadas son los estados de Amazonas, Pará, Mato Grosso, Rondônia, Acre y Maranhão.
Por otro lado, las zonas forestales degradadas (que han sufrido algún daño sin dejar de ser bosque tropical) aumentaron un 67 por ciento con respecto a mayo del 2021.
La deforestación es un fenómeno que alcanza a todos los países a través de los cuáles se extiende la selva amazónica. Según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina, Brasil, Bolivia, Perú y Colombia concentraron los niveles más altos de daño al bosque tropical en 2021.
Ese año Bolivia perdió 161 mil hectáreas de bosque primario debido a la deforestación. Perú, por su parte, vio disminuir la extensión de su selva en 132 mil 400 hectáreas y Colombia en 98 mil hectáreas.
Cássio Alencar y su equipo recorrieron 310 parcelas para llevar a cabo su estudio. Él describe la experiencia de entrar a una zona dañada por la deforestación como un panorama silencioso: “A veces sólo te encuentras con un bosque vacío. No ves animales, no los escuchas. Así es como se siente cuando un bosque fue dañado”.
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