Por: Luiz Felipe Fernandes | SciDevNet América Latina.
La prevención de la demencia de manera temprana en la población de riesgo puede reducir los gastos posteriores de atención y tratamiento de esta enfermedad. Con un costo global que actualmente supera los mil millones de dólares, pero puede llegar a casi tres billones de dólares en 2030, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia de la demencia es mayor en los países de bajo y medio ingreso, donde los determinantes sociales sanitarios tienen un papel fundamental en su prevalencia.
En América Latina, un estudio reciente publicado en el International Journal of Geriatric Psychiatry, halló que las personas mayores dependientes de cuidados tienen más probabilidades de experimentar soledad y aislamiento social, factores que agravan la demencia. A partir de los resultados, los investigadores recomiendan políticas públicas para garantizar un envejecimiento saludable.
Otro estudio en Latinoamérica, publicado en Alzheimer’s & Dementia, observó que los factores sociales y ambientales son incluso más relevantes que la genética para predecir la prevalencia de la demencia. Esto significa que el nivel educativo, el acceso a la atención médica y las experiencias de segregación racial pueden explicar las disparidades en la incidencia de la demencia en las minorías raciales y étnicas.
Jorge Llibre Guerra, un de los autores del estudio y profesor del Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, explica a SciDev.Net que intervenciones como mejorar la educación y facilitar la atención sanitaria para reducir las disparidades no solo podrían reducir la incidencia de la demencia, sino también de enfermedades no transmisibles.
“Este enfoque también alivia las presiones económicas sobre las familias y los servicios sociales, lo que la convierte en una estrategia rentable para mitigar los impactos de la demencia, particularmente en poblaciones diversas como las de América Latina”, señala Llibre Guerra.
La prevención como inversión
Sin cura y con el progresivo envejecimiento de la población mundial, la tendencia es al aumento del gasto en atención a la demencia. Según proyecciones de la OMS, las personas con demencia podrían llegar a 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050, lo que requiere inversiones en prevención.
Una revisión publicada en el Journal of Prevention of Alzheimer’s Disease, concluyó que la prevención temprana de la demencia, dirigida a grupos de riesgo, es relativamente barata y puede reducir los costes posteriores de atención y tratamientos.
Los investigadores querían saber si la prevención para personas con riesgo de demencia podría ser rentable, es decir, si el gasto financiero en una determinada acción generaba algún impacto positivo. Para ello, compararon datos de siete estudios, de un total de más de 3.600 estudios sobre el tema.
Alexander Braun, del Instituto de Gestión Sanitaria del IMC Krems, en Austria, y autor del trabajo, dijo a SciDev.Net que la revisión muestra que los programas de prevención de la demencia representan ahorros. De media, cada intervención costó 472 euros por persona. Por tanto, según él, el coste puede verse como una inversión en salud.
Sistemas de salud colapsados
“En los países de ingresos bajos y medios hay sistemas de salud frágiles que colapsaron durante la pandemia. Si no se hace nada en materia de prevención se espera que los sistemas de salud se vean gravemente afectados en los próximos años debido a la alta incidencia de demencia”, advierte Natan Feter, del Programa de Posgrado en Epidemiología de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), Brasil.
Una revisión sistemática de 2022 observó que la tasa de prevalencia de la demencia es mayor en países de América Latina y el Caribe, en comparación con Europa y Estados Unidos.
Feter, que participó en una investigación sobre a la incidencia de Alzheimer en Brasil, dice a SciDev.Net que los estudios demostraron que la prevalencia de los principales factores de riesgo de demencia es mayor en las poblaciones de bajos ingresos, que tienen un acceso limitado a medidas preventivas y atención médica.
“Los bajos ingresos y el bajo nivel educativo son factores de riesgo conocidos para la demencia. Además, la falta de acceso a la salud preventiva, como el control de factores de riesgo cardiovascular y actividades cognitivas y físicas, contribuye al aumento de la incidencia de la demencia”, explica Feter.
Sin embargo, según el estudio austríaco, la rentabilidad potencial de las medidas de prevención será mayor si se aplican temprano y se dirigen a grupos de riesgo, pero no a personas que ya muestran síntomas. Además, hay indicios de que la prevención basada en el estilo de vida de las personas de mediana edad puede ser una buena estrategia.
Otra alternativa es adoptar estrategias multidominio, que son intervenciones que abordan una enfermedad, como la diabetes, y también tienen efectos directos en la reducción de los factores de riesgo de demencia.
Según la OMS, las crecientes tasas de obesidad, dieta inadecuada y falta de actividad física han contribuido a más que triplicar el número de adultos con diabetes en las Américas en los últimos 30 años. “Tratar adecuadamente la diabetes con programas de prevención personalizados tendría un efecto tremendo en la incidencia de la demencia”, refuerza Braun.
En particular, la diabetes figura entre los 12 factores de riesgo de demencia potencialmente modificables elaborada por The Lancet Commission en 2020, que son responsables del 40 por ciento de las demencias en el mundo y que podrían prevenirse o retrasarse.
Para Feter se ha avanzado en la concienciación sobre estre trastorno, pero aún queda mucho por hacer. “Podríamos evitar la mitad de los casos con medidas preventivas. Seguiría aumentando el número de casos, en gran parte debido al envejecimiento y al crecimiento de la población, pero podríamos evitar aproximadamente 1,5 millones de casos de aquí a 2050 [en Brasil]”, concluye Feter.
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