México.

Los majestuosos bosques de oyamel, pino y encino, que se ubican entre el Estado de México y Michoacán, son refugio de millones de mariposas monarca durante el invierno, que sin brújula ni GPS recorren más de 4,000 kilómetros, casi la mitad del continente americano.

Huyendo del gélido ambiente de Canadá y Estados Unidos, emprenden el vuelo en agosto para llegar a estos bosques entre octubre y noviembre. En marzo se aparean y al iniciar la primavera regresan al norte del continente.

Pertenecen a una generación muy especial llamada Matusalén, que vive casi ocho meses. Los hijos, nietos y bisnietos de las mariposas de esta generación vivirán sólo un mes, el promedio de vida de una mariposa, y serán sus tataranietos los que vendrán a este lugar el próximo año. Estas viajeras pesan menos de 5 gramos y su tamaño es de diez centímetros.

De los insectos, la monarca realiza la segunda ruta migratoria más larga, cubriendo casi 8,000 kilómetros. Otros animales, como las aves y las tortugas, son guiados por el magnetismo de la Tierra para regresar al lugar donde nacieron, pero en el caso de las monarca, no se sabe con certeza cómo llegan a este sitio sin haber nacido aquí. Algunos investigadores piensan que se orientan por la posición del sol.

Curiosamente, los lugareños las conocen como las hijas del sol. Mientras las nubes ocultan nuestro astro, permanecen en racimos inmóviles, ahorrando energía, pero cuando el bosque se ilumina, se reactivan como si saludaran con una danza aérea.

El 90 por ciento de la Reserva de la Biosfera de la Monarca es territorio ejidal, hace 40 años algunos ejidatarios veían a la monarca como una plaga. Sin embargo, se han convertido en defensores de la especie y de su migración, este fenómeno migratorio atrae a una gran cantidad de turistas, lo que significa una importante derrama económica para la región.

La mariposa monarca no se encuentra en peligro de extinción, pues hay poblaciones en gran parte de América. Sin embargo, el algodoncillo, principal alimento para sus larvas, ha disminuido por el uso de pesticidas en los campos agrícolas de Estados Unidos, lamentablemente, su ciclo migratorio sí está en riesgo, el cambio de uso de suelo para la agricultura en sus zonas de hibernación representa una amenaza.

Por fortuna, esta actividad está casi erradicada en la zona núcleo de la reserva. Investigadores del Instituto de Biología de la UNAM, en colaboración con el Fondo Mundial para la Naturaleza y el Fondo Monarca, monitorean cada año la cobertura forestal de los bosques de hibernación para verificar su preservación.

También elaboraron un modelo de distribución de la monarca a lo largo de su ruta migratoria para proteger los sitios del territorio nacional que visita antes de llegar a Michoacán y al Estado de México. Estos trabajos son parte de un esfuerzo entre Canadá, Estados Unidos y México por preservar una de las travesías más sorprendentes de la naturaleza que todos debemos valorar y proteger.

Por: DGDC.