Takhin Tal, Mongolia | jueves 19/07/2018
Violentos golpes de cascos hacen vibrar un pequeño avión fletado por el ejército checo que sobrevuela Siberia. A bordo, cuatro caballos de Przewalski regresan a las estepas mongolas, su tierra de origen.
Salvada de la extinción gracias a programas de reproducción llevados a cabo en varios zoos del mundo, esa especie se está reintroduciendo con cautela en una reserva de animales en Mongolia.
Pero, confinadas en cajas de madera, las hermanas finlandesas Helmi y Hanna, y las yeguas alemana, Spes, y suiza, Yanja, no parecen apreciar este viaje.
El zoo de Praga, que cría caballos de Przewalski desde 1932 y se encarga del libro genealógico mundial de la especie, lanzó su proyecto de reintroducción en Mongolia en 2011.
«El viaje en avión es la etapa más difícil«, explica el veterinario jefe del proyecto, Roman Vodicka, hablando fuerte para compensar el zumbido continuo del bimotor de hélice.
«Es posible que el caballo dé un paso en falso, que se quede atascado o se acueste, lo que puede detener la circulación sanguínea en las patas. Si eso ocurre durante el desplazamiento a bordo de un camión, podemos soltarlo para que camine por la naturaleza, pero por supuesto eso es imposible en el avión«, dice con una sonrisa.
Las cuatro yeguas macizas, de pelaje castaño y patas cortas, se unirán pronto a los rebaños de Takhin Tal, la «estepa de los caballos salvajes«, su tierra de origen, donde unos 220 caballos de Przewalski ya disfrutan de la libertad.
Allí fue donde el último superviviente salvaje apareció en 1969. Desde entonces, la especie sólo se perpetuó gracias a los animales de los zoos.
«Esas yeguas tienen una suerte que otras no tendrán. Vuelven a casa«, explica Jan Marek, responsable del zoo de Praga que se encarga de esos caballos.
– Silbidos y heno –
Ahora están alteradas tras un largo día que comenzó al amanecer, en un centro de aclimatación en el sur de Praga.
Después de anestesiarlas, se las sometió a distintas pruebas y tratamientos, antes de encerrarlas en cajas y de transportarlas por camión hasta una base aérea militar en las afueras de la capital checa.
Los expertos del zoo las vigilan durante todo el viaje. Intentan tranquilizarlas con silbidos y heno, mientras la temperatura oscila entre los 15 y los 19 grados en el interior del avión.
Tras el aterrizaje en Bulgan Sum, en el oeste de Mongolia, las yeguas viajan en camión por carreteras llenas de baches hasta la reserva remota de Takhin Tal, donde podrán galopar al interior de un recinto.
En la próxima primavera, serán soltadas en la naturaleza para unirse a un semental solitario o a un harén, un grupo de una docena de caballos en Takhin Tal, en la zona protegida de Grand Gobi B, que se extiende sobre más de 9.000 km2.
«La organización del harén es una muy bella estructura social, en el seno de la cual cada uno tiene un papel que desempeñar«, indica Ganbaatar Oyunsaikhan, director de Gobi B.
– «Dzud» –
Hasta el momento, el zoo de Praga ha reintroducido en la naturaleza mongola 31 caballos de Przewalski, un proyecto lanzado por su director Miroslav Bobek y financiado por zoos del mundo entero.
«Tomé esta decisión tras el ‘dzud’ de 2009-2010, que redujo en dos tercios el número de caballos locales, hasta unos 50«, explica Bobek.
El «dzud» es un invierno especialmente nevoso en Mongolia, durante el cual los animales no logran encontrar comida.
Los europeos descubrieron el caballo de Przewalski a finales del siglo CIC, gracias al explorador y geógrafo ruso Nikolaï Mikhaïlovitch Przewalski (1839-1888), que lo encontró en montañas cercanas al desierto de Gobi.
Su población actual es de unos 2.400 ejemplares, de los que 800 viven en libertad. «Todos los caballos de Przewalski actuales descienden de un grupo genéticamente restringido de una decena de animales reproductores«, dice Bobek.
– Mejorar la diversidad genética –
Los zoólogos esperan que las cuatro nuevas yeguas procedentes de distintos zoos mejorarán la diversidad genética del rebaño mongol.
«Si sólo trajeremos caballos checos hasta aquí, sería la misma sangre. Intentamos crear una población tan diversificada como sea posible«, explica Jan Marek.
Un estudio publicado en febrero en la prestigiosa revista Science por un equipo internacional de investigadores reveló que este animal, que inspiró antaño pinturas rupestres de artistas prehistóricos, no era el único caballo salvaje del mundo, como se pensaba. Tiene como antepasados unos ejemplares domesticados, de los que algunos escaparon en la región de Botai, en el norte del actual Kazajistán, hace unos 5.500 años.
por Jan FLEMR | AFP
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