Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Experiencia y observación son dos palabras que acompañaron la vida de Florence Nightingale, pues gracias al trabajo diario que realizó con los enfermos pudo darse cuenta de cuáles eran las verdaderas causas por las que enfermaban o morían. Es decir, la base de todo su trabajo estuvo acompañada de una aguda observación, que posteriormente tradujo en la implementación de distintas medidas de salud que mejoraron las condiciones de los enfermos en los hospitales y en sus propios hogares.
Nació en Florencia, Italia, aunque vivió casi toda su vida en Inglaterra. Su preparación como enfermera la tuvo en Londres, Francia y Alemania, y es en este último país en donde consideró que logró la mejor formación, en un colegio dirigido por Hermanas de la Caridad francesa, quienes le enseñaron las bases fundamentales para ejercer la enfermería.
2020 fue nombrado el Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería por la OMS, en el marco de la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale (12 de mayo de 1820), una figura destacada para la enfermería moderna. Murió el 13 de agosto de 1910.
Uno de los trabajos que le permitió desarrollar sus primeras ideas fue cuando acudió como enfermera a la Guerra de Crimea, entre 1853 y 1856, y en la cual participó el Reino Unido. Más allá de las cuestiones políticas y sociales de la guerra, lo que a Nightingale le interesó de este hecho fue que llegaban noticias de la alta mortalidad de soldados ingleses.
A su llegada al territorio de Crimea constató cuáles eran las condiciones por las que morían los soldados ingleses. Observó que los hospitales no contaban con agua potable, los pisos y las instalaciones estaban sucios, había un número de soldados mayor al que el propio hospital podía permitir y estaban muriendo más de enfermedades epidémicas como la tifoidea, la disentería y el cólera, que de las heridas de guerra.
La maestra Sofía Rodríguez Jiménez, de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM, recuerda que una de las primeras disposiciones que realizó Florence Nightingale a su llegada a Crimea fue instalar una cocina en una casa anexa y una lavandería en donde se tenían que lavar todas las sábanas, la ropa de cama y de los soldados.
“Empezó a hacer mejoras cualitativamente importantes en materia de higiene y seguridad para los enfermos, y a poner en práctica medidas que hoy en día son básicas para el control de epidemias como el lavado de manos, que no lo practicaban ni los médicos y que originó una confrontación con ellos con tal de que lo implementaran, así como que establecieran una alimentación adecuada para cada persona.”
Asimismo, guiaba a las enfermeras que la acompañaban para que pudieran asumir que su función era el cuidado del enfermo y no ser ayudantes de los médicos. Al respecto la maestra Rodríguez Jiménez explica que a pesar de que han transcurrido dos siglos desde que Nightingale impulsaba este tipo de enseñanza, aún sigue siendo una idea recurrente en muchas instituciones en el mundo.
“La centralidad de su pensamiento era que las enfermeras pudiesen ser profesionales en el cuidado y tener realmente un campo de conocimiento científico exclusivo de ellas.”
Esparcir el conocimiento
A su regreso de Crimea, Florence escribió un libro sobre cómo controlar las epidemias, el cual además de estar dirigido al personal de enfermería también era para las madres de familia, quienes eran las responsables de atender a los enfermos en casa y, por lo tanto, podían controlar todos los elementos del entorno, como el agua limpia, el lavado de manos, la ventilación, el aire puro y el control de excretas, que Nightingale detectó que eran las principales causas de las epidemias.
Escribió sobre la educación de niños y la educación de los militares. Además, fue una feminista que promovió el voto para la mujer. Y su trabajo inspiró la formación de la Cruz Roja.
Gracias a un fondo económico otorgado por el gobierno, fundó una escuela dirigida a la formación de enfermeras y aunque nunca la dirigió siempre estuvo al pendiente de la enseñanza que ahí se impartía. El legado de esta escuela posteriormente se expandió por todo el mundo de la mano de las egresadas, quienes fundaron otras escuelas sobre la base de las enseñanzas de Florence Nightingale en distintos países de Europa, de Asia y de América.
En el continente americano se fundaron escuelas en Estados Unidos, Canadá, Perú, Cuba, Venezuela, Chile y Argentina. La maestra Rodríguez Jiménez precisa que en México no se instauró la escuela Nightingale porque aquí teníamos una formación que venía de la época de la Colonia y que estaba basada en el trabajo de las parteras y las monjas que vinieron de España. Fue hasta el siglo XX cuando en nuestro país se empieza conocer sobre su escuela y sus principios formativos.
Teórica del cuidado
Aunque a Nightingale se le conoce como la promotora de la enfermería moderna, esto no significa que antes de ella no existieran escuelas de enfermería, sin embargo, en aquel entonces no se tenía una clara definición de hacia dónde estaba dirigida su formación, explica la maestra Rodríguez Jiménez.
Por sus aportaciones a Nightingale se le conoce como la primera teórica del cuidado. Una de las características que la identificaba es que reconocía que nunca le habían enseñado nada sobre la naturaleza de la enfermedad, todo lo había aprendido a través de la experiencia, la observación y la reflexión, por lo tanto, al intentar educar a sus alumnas quiso reproducir las condiciones en las que ella había aprendido la realidad de la enfermedad.
Además, propuso la teoría de enfermería, que posteriormente sería conocida como la teoría del entorno y que consistía en identificar esos elementos que debía controlar la enfermera del ambiente, tales como la luz, el ruido, la ventilación, el aire fresco, agua limpia y potable y la correcta eliminación de excretas, que eran benéficos para la salud.
Se consideraba positivista y creía en el conocimiento de la ciencia a partir del método experimental. Por tal motivo pensaba que el aprendizaje y la formación estaban basados en la experiencia, la cual estaba mediada por la observación fina y la observación física, así como por la estadística para analizar y reflexionar sobre los datos y sacar conclusiones.
Entre las aportaciones de Nightingale que aún siguen vigentes, comenta la maestra Rodríguez Jiménez, está que procuró que la enfermería se enseñara de manera laica, no religiosa. Asimismo, decía que las enfermeras no debían de estar asiladas en los hospitales, sino que debían acudir a las universidades.
“Nos queda claro a nosotros que así tiene que ser, las estudiantes deben tener una formación universitaria integral en cuanto a lo social y al conocimiento científico multidisciplinar para poder comprender todos los procesos que vive la sociedad en el cuidado de su salud y no sólo de la enfermedad”.
Así, disposiciones que en la actualidad son casi ley en materia de salud (el lavado de manos, la separación de las camas en los hospitales, el consumo de agua potable) fueron impulsadas desde hace dos siglos por la enfermera Florence Nightingale y hoy salvan miles de vidas en todo el mundo.
“Nightingale definió a la enfermería como una profesión ética, así como las prácticas éticas integradas en esta disciplina. Presentó pautas para la relación profesional con los pacientes, como el principio de confidencialidad y la toma de decisiones que potencialmente pudieran afectarlo; ideas que hoy tienen vigencia en la práctica profesional de la enfermería contemporánea”, concluye la maestra Rodríguez Jiménez.
Consulta la nota original: https://ciencia.unam.mx/leer/1027/florence-nightingale-teorica-del-cuidado-y-la-enfermeria
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