México.
Durante la pandemia por COVID-19, nos vimos envueltos en una emergencia sanitaria, de la cual nos dimos cuenta de la vulnerabilidad de nuestro sistema inmunológico en contacto con los virus.
Existe un polisacárido que ayuda al fortalecimiento del sistema inmunológico, estos probióticos son los betaglucanos.
Después de la crisis sanitaria es necesario plantearnos si es posible integrarlos en nuestra dieta diaria para tener un beneficio en nuestro cuerpo.
Los β-glucanos, son un tipo de fibra soluble para los que se han propuesto efectos sobre el control de azúcar en la sangre, los niveles de colesterol y estimula el fortalecimiento del sistema inmunológico como la piel, los pulmones o el estómago.
“Los betaglucanos son compuestos que se encuentran principalmente en cereales, levaduras, hongos y en algunas algas. Estos son polisacáridos, polímeros de D-glucosa unidos por enlaces glucosídicos tipo beta”, dijo la Dra. Blanca Rosa Aguilar, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Los betaglucanos se encuentran en muchos alimentos que consumimos diariamente, aunque también se pueden consumir en forma de complemento alimenticio.
“El consumo mínimo para que se pueda tener una respuesta biológica importante es de 3 gramos diarios”, resaltó la Dra. Blanca Rosa.
Aquellos provenientes de cereales se les ha atribuido propiedades beneficiosas de tipo metabólico y a aquellos que provienen de levaduras, propiedades inmunoestimulantes.
En cualquier caso, la administración se realiza mayoritariamente de forma oral y esto conlleva el siguiente interrogante:
¿Cómo se produce la interacción de los betaglucanos en el sistema inmunitario?
El 70 u 80 por ciento de las células del sistema inmunitario están localizadas en la mucosa intestinal, esta es junto con las fosas nasales y la piel, una de nuestras principales vías de acceso y toma de contacto con organismos patógenos.
La localización de células inmunitarias en el sistema digestivo, también permite que los betaglucanos administrados vía oral, puedan ser capturados y transportados hacia el bazo, los nódulos linfáticos y la médula ósea donde, al interactuar con las células, podría ayudar a activar la respuesta inmunitaria.
“Los betaglucanos no los producimos, por ello se obtienen de fuentes externas. Cuando nosotros los consumimos, nuestro sistema inmune los reconoce como moléculas similares a antígenos.
Hay activación de un sistema inmune que se adapte en caso de la presencia de una enfermedad o algún patógeno”, concluyó la Dra. Blanca Rosa.
Por: Andrea Berenice Flores Medina y Karla Yazmín Jiménez Frías
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