México.

Hace 7 años que Ximena empezó a atender mujeres migrantes embarazadas que malviven en las calles de Tijuana. Las primeras consultas las hizo en su coche, luego en albergues y desde 2019 en esta sala llamada Justicia en Salud. Se propone garantizar el acceso universal a derechos sexuales y reproductivos en la frontera más transitada entre México y Estados Unidos.

“En Tijuana hemos observado bastantes cesáreas en mujeres haitianas, ya que como no hay esta facilidad de comunicarse, lo que decíamos de la violencia, la violencia obstétrica, el derecho a la salud. Hemos visto casos de esterilizaciones forzadas donde se indica: ‘ah, bueno, ya tuviste tres hijos fírmame aquí y de una vez te opero’”.

Este centro de Refugee Health Alliance ha llegado a atender a más de 40 mujeres en un día. Una de ellas es esta adolescente que huye del conflicto en su comunidad, pues se sintió más cómoda de acudir con estas parteras que al médico convencional. Una de cada tres gestantes en México sufren violencia obstétrica, agudizada en el caso de mujeres en movilidad o migrantes.

“Ahí me empezaron a decir que ‘¿cuál era mi situación?’, yo les dije que pues era lo de mi regla, y hubo como más confianza y me ofrecieron ayudas y de psicología y yo les dije que sí”, contó una paciente adolescente.

La adolescente y su familia viven en este albergue exclusivo para mujeres, una necesidad ante la violencia de género a la que se expondrán en los espacios mixtos.

Rechazo hospitalario injustificado

Su directora, Judith Cabrera, señala que los obstáculos en salud sexual y reproductiva son todavía mayores para las extranjeras, y que a menudo se enfrentan a un rechazo hospitalario injustificado. “En realidad las deben de atender, aunque no tengan identificaciones, aunque no tengan el famoso CURP, pero una vez que las atienden, cuando los funcionarios están más o menos capacitados, les dan una primera atención, pero si necesitan atención especializada ya no”, apuntó.

Mucho más complicado es el acceso a la interrupción del embarazo para las mujeres migrantes, como cuenta Natalia Espinoza, coordinadora de Las Confidentas. Baja California fue el noveno Estado mexicano en despenalizar el aborto hace un año y medio, pero su implementación ha sido escasa. Esto debido a la falta de voluntad política y un personal médico que suele apelar a la opresión de conciencia para impedir ese derecho. Las confidentes acompañan en su proceso al menos a dos mujeres a diario.

“Como el programa de aborto seguro no se implementa en ellos, el personal de salud no se siente con la responsabilidad de hacerlo, obviamente el servicio se les niega. Una doctora que se encarga de atender a los municipios de Tijuana y Tecate, en un programa que no recibe recursos y que no se le hace difusión”, explicó Natalia.

Un camino tortuoso para las mujeres migrantes

Cruzar los 5 mil kilómetros por territorio mexicano es peligroso para las migrantas, muchas sufren violencia sexual y son violadas. Al llegar a su última parada, ahora al menos tienen un lugar donde recibir atención digna. Ximena abrió la primera casa de parteras de esa frontera norte, donde tan solo en el último año, han dado a luz unas cincuenta mujeres migrantes.

“Es un momento muy importante el nacimiento, no solamente es un procedimiento médico, sino que también es un momento donde la familia puede renacer, puede encontrar la esperanza de todos juntos renacer, sanar”, dijo Ximena Rojas. El nuevo comienzo que buscan tras una tortuosa travesía.