Marruecos.
Desde hace quince años, Jadiya Korti abre su casa de Rabat a mujeres con cáncer que viajan hasta la capital marroquí para tratarse y no tienen con qué pagar el alojamiento. Bajo su techo cientos de ellas han encontrado un hogar temporal para pasar la enfermedad y sentirse arropadas.
Jadiya, de 84 años, les ofrece un lugar para vivir mientras se someten a quimioterapia o revisiones, pero también comida y transporte al hospital en una furgoneta que le donaron las autoridades locales. Son estos donantes, a veces anónimos, los que consiguen mantener su puerta abierta a las enfermas.
Su historia empezó en 2009, mientras acompañaba al médico a su marido, que también tenía cáncer. En el hospital veía a enfermos que pasaban la noche bajo un árbol cerca del edificio porque no tenían con qué pagarse un alojamiento. Cuando él falleció, decidió abrir su casa a las mujeres.
Aún de luto, imprimió 120 tarjetas de visita y se plantó en el hospital, donde las repartió por doquier. El flujo de mujeres que entraban y salían de su casa llamó la atención de las autoridades locales, que le convocaron y le aconsejaron crear una asociación, que bautizó ‘Jannat’ (Paraísos).
Ahora acoge a una treintena en una casa que amplió de uno a tres pisos, para dedicar la planta baja a cocina y comedor, la primera y tercera a dormitorios y la segunda a un salón grande donde se juntan, que también sirve para dormir cuando se supera el aforo.
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