París, Francia, jueves 05/07/2018
El agente nervioso Novichok, que dejó a dos británicos en estado crítico cuatro meses después del envenenamiento de un exagente ruso y de su hija, es un tóxico poco conocido y altamente peligroso.
Su concepción por científicos soviéticos se remonta a los años 1970-1980, último periodo de la Guerra Fría.
Esta sustancia que actúa sobre el sistema nervioso provoca la pérdida de control de los músculos, generando espasmos y parálisis. Puede provocar la muerte por sofocación o parada cardíaca.
Las dos nuevas víctimas, identificadas por un amigo como Charlie Rowley y Dawn Sturgess, fueron halladas el sábado en una vivienda de un barrio residencial de Amesbury, ciudad del suroeste de Inglaterra.
La policía anunció el miércoles que ambos habían sido expuestos al Novichok, utilizado para envenenar al exespía Serguei Skripal y su hija Yulia en marzo, a unos 15 km del lugar. Ambos se restablecieron tras someterse a un arduo tratamiento médico.
«El hecho de que se trate del mismo producto que envenenó a los Skripal confirma muchas cosas que sospechábamos sobre la familia de los agentes nerviosos Novichok», afirma el profesor Andrea Sella, químico de la universidad londinense UCL, citado por el Centro Science Media.
«Están hechos para permanecer en el ambiente y no evaporarse ni descomponerse rápidamente. Esto significa que si un recipiente o una superficie ha sido contaminada, puede ser peligrosa durante mucho tiempo», prosigue.
Por ello, «es vital saber dónde estuvo esta pareja para saber dónde pudieron entrar en contacto» con el veneno.
– «Secuelas neurológicas» –
La pareja se halla ingresada en estado crítico en el hospital de Salisbury, donde también fueron tratados durante varias semanas el exespía ruso y su hija.
Los dos británicos están hospitalizados «en el único centro donde se logró tratar con éxito a pacientes expuestos a estas sustancias, por lo que todo permite pensar que el desenlace puede ser favorable para ellos», juzga el doctor Chris Morris, toxicólogo en la Universidad de Newcastle.
«Pero hay que tener presente que las víctimas de este tipo de productos organofosforados pueden sufrir secuelas neurológicas de por vida, incluso si se recuperan de los efectos agudos del envenenamiento», advierte el profesor Sella.
El Novichok es un agente nervioso, como otros venenos más conocidos, como el sarín y el VX.
Estas sustancias atacan una enzima llamada acetilcolinesterasa, cuyo papel es crucial: destruye la acetilcolina, una molécula que actúa sobre la contracción de los músculos. Cuando un agente nervioso bloquea esta enzima, la acetilcolina se acumula, dañando el sistema nervioso.
Según los expertos, el procedimiento clásico para tratar los casos de envenenamiento con un agente nervioso se basa en estabilizar las funciones vitales del cuerpo (respiración, latidos del corazón). Paralelamente, hay que administrar al paciente atropina, un medicamento de base para combatir los síntomas de estos agentes.
Esta bloquea los receptores de acetilcolina para impedir su acumulación en el sistema nervioso, permitiendo entretanto al cuerpo evacuar el agente nervioso y producir de nuevo la enzima que lo controlaba, siempre y cuando el tratamiento funcione.
© Agence France-Presse
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