Por: Claudia Mazzeo and Washington Castilhos
Un revestimiento natural de origen vegetal está demostrando ser una herramienta prometedora para prolongar la vida útil de las frutas. Al formar una barrera contra la pérdida de humedad y la acción microbiana, el compuesto prolonga hasta tres veces más la durabilidad de la fruta y mantiene su valor nutricional.
La matriz utilizada, la cera de carnauba, es un producto ampliamente disponible, extraído de las hojas de la palma del mismo nombre (Copernicia prunifera), especie originaria de la región nordeste de Brasil, en Ceará.
“Esta nanoemulsión forma una barrera contra la pérdida de humedad, la acción microbiana y el intercambio de gases entre el interior del fruto y la atmósfera circundante. Esto genera una menor pérdida de masa, con mayor conservación del fruto y mantenimiento de su calidad”, explica a SciDev.Net el ingeniero agrícola Marcos David Ferreira.
Él es especialista del área de tecnología poscosecha de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), y uno de los desarrolladores de la nanoemulsión, cuyos primeros estudios se remontan a inicios de 2013.
Los recubrimientos comestibles se utilizan como estrategia para aumentar la vida útil y la calidad poscosecha de muchas frutas y verduras frescas durante el almacenamiento. Se trata de capas delgadas aplicadas sobre la superficie de la fruta, que forman películas transparentes producidas a partir de materiales de calidad alimentaria y que se añaden a las ceras presentes de forma natural en la superficie de la fruta, o como un producto adecuado para ellas.
Por su parte, las nanoemulsiones contienen partículas de muy pequeño tamaño (con un radio de 10 a 100 nanómetros) y ofrecen ventajas potenciales sobre las emulsiones convencionales, al promover una cobertura más uniforme de las frutas debido al tamaño de sus partículas. Además, tienen una mejor barrera al agua y mejores propiedades mecánicas, ópticas y microestructurales.
Cuando se incorporan compuestos antimicrobianos y antioxidantes a los recubrimientos, los nanorrecubrimientos permiten la gradual y controlada liberación de esos compuestos durante el período de almacenamiento de los alimentos, extendiendo así la vida útil y mejorando la calidad nutricional de los productos.
La nanoemulsión obtenida por los especialistas brasileños mantiene las propiedades sensoriales de la fruta, reduce la pérdida de peso, aporta mayor brillo, preserva la calidad y alarga la vida útil de la fruta refrigerada.
“En comparación a las ceras tradicionales, percibimos una reducción en la pérdida de masa por deshidratación”, afirma a SciDev.Net el agrónomo César Frank, de 37 años, gerente de operaciones de la empresa Grand Valle, localizada en Valle del Río San Francisco, estado de Bahía (noreste de Brasil). La empresa produce anualmente 40 toneladas de mango y 40 de uva, de las cuales el 60 por ciento se exporta a Europa, EE.UU., Rusia y Corea, y el porcentaje restante va al mercado interno.
Según Frank, la nueva solución tecnológica es más económica para el productor que las convencionales. Explica que al llegar al mercado, una bolsa de fruta de 4 kilos acaba perdiendo peso. Para evitar esa pérdida, se acostumbra añadir 200 gramos más al embalaje.
Con el revestimiento vegetal “conseguimos reducir ese complemento de peso hasta en 90 gramos por caja. Hoy añadimos solamente 120 gramos de sobrepeso y el paquete llega al cliente con el peso real, lo que para nosotros resulta en una reducción de costos”, señala.
Para él, la diferencia más visible es el brillo de la fruta. “Las personas compran la fruta por su aspecto”, dice.
Queila Teodozio, de 29 años, coordinadora de control de calidad de Agrodan, empresa productora de mangos del estado de Permambuco, también en el noreste brasileño, destaca que al mismo tiempo que el revestimiento con la nanoemulsión aumenta la vida útil (durabilidad) de la fruta, ahorra tiempo y agiliza el trabajo en la estación de empacado, la instalación donde se recibe, desinfecta y procesa la fruta.
“Hemos conseguido manipular los productos sin el riesgo de coagulación de la cera. Como es más fina, la aplicación se realiza rápidamente porque no tenemos que usar filtro, como sucede con las ceras tradicionales. Así, el tiempo ahorrado en la limpieza se puede aprovechar para hacer otro embalaje”, comenta Teodozio a SciDev.Net.
Recuerda que en 2023, de las 33 mil toneladas de mango producidas en 1,3 mil hectáreas de las fincas del Valle del Río San Francisco, 30 mil se exportaron a Canadá, Portugal, España, Francia, Italia, Alemania y Rumanía. Las 3 mil toneladas restantes se vendieron en el mercado interno.
Menor pérdida de peso
La pérdida de peso de las frutas es la pesadilla de productores y exportadores. Como tienen un alto porcentaje de agua –aproximadamente 85 por ciento–, son muy perecederas y sujetas a variaciones de temperatura y humedad ambiental. La pérdida de agua es la que ocasiona la reducción de peso, la marchitez y compromete su apariencia, afectando negativamente la comercialización.
“El principal desafío es reducir la pérdida de peso durante la deshidratación manteniendo su calidad y brillo natural”, refiere a SciDev.Net el agrónomo Fabiano Coldebella.
Él es el director comercial para Brasil y Centroamérica de Agrofresh, transnacional estadounidense que trabaja en el mercado poscosecha de frutas. La empresa es socia de Embrapa en la comercialización de la nanoemulsión.
La tecnología se implementó gracias a la asociación de Embrapa con el sector privado, más precisamente con QGP-Tanquímica –empresa química con sede en São Paulo que transformó la invención en un producto viable– y con Agrofresh, que vende el producto a los fruticultores. La cera, producida por QGP recibe el nombre comercial de TanWax y Agrofresh la vende a los agricultores en bidones de 50 hasta 1000 litros. Se utiliza un litro de producto por cada tonelada de fruta.
En América Latina, Agrofresh tiene entre sus clientes a fruticultores de Brasil, Perú, Guatemala, Costa Rica, Honduras y México. Esas empresas exportadoras venden la fruta a países de todo el mundo.
Altos estándares de calidad
Según la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), empresa pública que ofrece información técnica al gobierno brasileño para apoyar políticas agrícolas, el volumen total de frutas brasileñas exportadas en 2023 alcanzó poco más de 1,10 millones de toneladas, un alza de 5,9 por ciento en relación al año anterior.
Las exportaciones generaron ingresos por US$1,34 mil millones, 23 por ciento más que en 2022. Las frutas más exportadas fueron mangos, limones, melones, uvas y sandías.
“En el mercado externo hay mayor exigencia. El consumidor europeo, por ejemplo, exige calidad, el consumidor interno no tanto”, afirma Fabiano Coldebella.
Algunos requerimientos del cliente extranjero están relacionados al grado de madurez, el color de la cáscara o su valor de firmeza, parámetro de gran importancia en la comercialización.
“Además de mayor eficiencia operativa, la nanoemulsión garantiza una amplia flexibilidad para hacer frente a esas especificaciones”, precisa Gabriela Souza, ingeniera agrónoma de 30 años, coordinadora de calidad de la empresa Agrofruta, productora y exportadora de mangos del estado de Permambuco.
El director comercial de Agrofresh remarca que la nueva tecnología puede contribuir también a reducir el desperdicio. “Nuestra misión debe ser siempre disminuir el desperdicio de alimentos. Cerca del 35 por ciento de toda la producción se desperdicia y eso no tiene el menor sentido”, añade el agrónomo, productor de manzanas en el estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil, desde hace 30 años.
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