Por Elisa Domínguez Álvarez-Icaza, Ciencia UNAM-DGDC
Un hombre le inculca a su hijo su pasión por las montañas. Van ascendiendo más alto conforme pasan los años. Finalmente, en 2023, llegan a la cima más alta del mundo: el Everest.
Andrés Pérez Martínez y Andrés Pérez Maillard han subido las montañas más importantes de México, y probablemente del mundo. Los paisajes del Xitle, al sur de la Ciudad de México, del Kilimanjaro, en Tanzania, o del volcán Cotopaxi, en Ecuador, son escenario de los momentos más importantes de su carrera deportiva y de su vínculo padre-hijo.
Su trayectoria los preparó para convertirse en la primera cordada de este tipo en Latinoamérica en completar la expedición a la cima del Everest. La proeza no fue fácil: requirió cuatro años de preparación y un esfuerzo físico y mental extremo durante el viaje.
Para llegar al Everest, tuvieron que aprender una serie de habilidades específicas. Empezando por saber escalar el hielo y las superficies nevadas. Para ello, viajaron a la montaña Alpamayo, en Perú, considerada una de las más bellas del mundo. Practicaron habilidades como rapel y nudos en glaciares y nevados.
También tenían que saber cómo escalar en piedra. El Matterhorn, en Suiza, fue el preámbulo ideal. La montaña es famosa por el número de accidentes fatales que han ocurrido en ella. Poco a poco, el sueño tomó las dimensiones reales que enfrentarían al llegar a la cordillera de los Himalayas, en el continente asiático.
Después de meses para ganar fuerza y forma física, estuvieron listos para volar a Katmandú, la capital de Nepal. En ese momento empieza una caminata de 63 kilómetros por ocho días, con burros y toros que cargan el equipaje a su lado. Los monasterios y estupas son centros ceremoniales que reciben a los viajeros. En un punto, estuvieron frente al memorial de los alpinistas fallecidos durante la travesía.
Hasta que finalmente llegaron al campamento base, donde los montañistas pasan varias semanas aclimatándose a una altitud de 7,000 metros junto a 1,700 personas. Por las condiciones adversas, el campamento sólo está abierto durante pocos meses del año y hay una breve ventana de días para subir. Se vive un ritual de protección, donde se pide permiso y protección a los dioses de la montaña, conocido como Puja.
Los sherpas son originarios de la zona y fueron fundamentales para su travesía. Pueden trabajar como guías y su labor es indispensable al contar con el conocimiento necesario para sobrevivir y proveer apoyo durante el ascenso.
Primero eligieron una montaña cercana para probar el equipo y acostumbrarse. Luego, partieron hacia al primer campamento de cuatro. Es un camino peligroso, donde hay una cascada de hielo endeble y avalanchas. Al volver al campamento base, desgraciadamente Andrés y su hijo se enfermaron ahí. Tuvieron que esperar ocho días en un hotel pequeño cercano para regresar en óptimas condiciones.
Una vez recuperados, completaron los kilómetros perdidos y emprendieron el ascenso final. Imagina caminar a menos de 35 grados y esperar a que los demás aventureros pasen por los estrechos tramos seguros. Utilizaron tanques de oxígeno para los próximos ocho días, donde el oxígeno se reduce tres veces a las condiciones normales a 8,000 metros de altura.
En el último trecho hacia la cima del Everest lidiaron con los retos más complicados. En un momento a Andrés hijo se le fue el aire del tanque y tuvo que ponerse otro de emergencia; sin embargo, no dudó en compartir su oxígeno a una alpinista en apuros. El dedo de Andrés padre se congeló y tuvo que ir un helicóptero de emergencia por él, enfrentando la angustia de separarse de su hijo. Fue un viaje en el que se tomaron decisiones difíciles y heroicas.
Aprendizajes como pensar y actuar en grande, tener alta confianza, disfrutar el momento presente, superar los miedos por medio de la fuerza mental y ser solidario, los acompañarán por siempre.
Andrés Pérez (padre), alpinista y empresario, compartió esta experiencia durante la conferencia “Conquista tu propia montaña”, ante un público reunido en el Teatro de Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM, la tarde del miércoles 29 de mayo.
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