La Paz, Bolivia. 

La puesta en marcha de un centro de medicina nuclear en la ciudad boliviana de El Alto, a más de 4.000 metros de altitud, ha permitido a Bolivia dar sus primeros pasos en la aplicación de estudios y diagnósticos de cardiología nuclear, como lo explica a Efe el cardiólogo argentino Ricardo Geronazzo.

En este andar, el Centro de Medicina Nuclear y Radioterapia El Alto, dependiente de la estatal Agencia Boliviana de Energía Nuclear (ABEN), tiene como aliada a la Fundación Centro Diagnóstico Nuclear de Argentina y Geronazzo lidera las primeras pruebas que se efectúan en territorio boliviano.

En marzo pasado ya se hizo un primer estudio SPECT/CT mediante un equipo «híbrido» que une las tecnologías de la medicina nuclear convencional con la tomografía computarizada, explicó Geronazzo en una entrevista con Efe.

«Ahora estamos trabajando en el desarrollo de la formación de capital humano, los protocolos que son necesarios para los distintos tipos de estudio que se hacen» y en el transcurso de esta semana se han hecho pruebas a algunos pacientes con miras a aumentar progresivamente hasta fin de año el número de atenciones, indicó el especialista.

La especialidad 

La cardiología nuclear, que tiene un recorrido de al menos medio siglo en Latinoamérica, es la metodología dentro de la medicina nuclear «que se encarga del estudio del corazón a través de radioisótopos», explicó.

Una de sus funciones dentro del diagnóstico de imágenes es conocer la perfusión miocárdica, es decir, «la circulación cardíaca tanto en reposo como en esfuerzo», lo que sirve para diagnosticar la enfermedad coronaria arterioesclerótica, que «es la primera causa de muerte del mundo», según Geronazzo.

«Este estudio de perfusión miocárdica tiene la particularidad de poder adelantarse a la presencia de un infarto, por ejemplo, y diagnosticar lo que denominamos isquemia miocárdica. O sea, adelantarnos a la aparición clínica de la enfermedad isquémica y tratar de evitar una muerte o un evento como el infarto o la angina de pecho», detalló.

Precisamente estos estudios de perfusión miocárdica son los primeros pasos en los servicios de medicina nuclear que se ofrecen en el centro de El Alto.

Para someterse a estos estudios, el paciente debe presentarse habiendo cumplido cuatro horas de ayuno y suspendido la toma de medicación que haga que el corazón tenga la frecuencia cardíaca baja, aunque esto último depende de la decisión de su médico de cabecera, explicó.

El paciente será sometido a una prueba controlada de esfuerzo «y en ese máximo esfuerzo se inyecta un material radiactivo» que es el tecnecio 99 «unido a una molécula que se llama sestamibi».

«Esto sirve para que este material radioactivo se fije dentro de la célula cardíaca y podamos ver todas aquellas células que están viables», señaló Geronazzo.

La prueba ayudará a detectar la isquemia miocárdica, «que es el marcador de riesgo que nos permite anticiparnos a que venga un infarto» y hacer «prevención cardiovascular».

O bien, si el infarto ya ocurrió, se puede ver su magnitud y la «isquemia residual que puede llegar a haber para ver si es necesaria una intervención o reintervención, dependiendo del caso», agregó.

Las bondades

Los estudios que se realizan dentro de la cardiología nuclear «son funcionales, se basan en radioisótopos para desarrollar» una imagen molecular, es decir, se puede ver «la funcionalidad del corazón y no la anatomía».

«Y hoy se sabe que lo que predice el riesgo cardíaco es la función más que la anatomía», explicó el cardiólogo.

Según Geronazzo, para los estudios con radioisótopos se usa radiactividad, «pero en dosis mínimas que no conllevan riesgo para la salud de las personas que se están evaluando».

Pero estas evaluaciones «no son para todo el mundo» y se debe ver caso por caso si es o no necesario someter al paciente a este tipo de estudios.

«No es para cualquiera que quiera hacerse un estudio de cardiología nuclear, tiene que ser derivado por su médico general o su cardiólogo para sacarse la duda de una pregunta diagnóstica, (si) hay o no hay isquemia, hay o no hay infarto, tenemos o no tenemos amiloidosis u otras de las patologías que se manifiestan y que podemos diagnosticarlas mediante estas imágenes moleculares», explicó.

El cardiólogo destacó que el centro de El Alto tiene tres componentes, asistencial, docencia e investigación, de los que ya están en marcha los dos primeros.

El especialista auguró «un futuro promisorio» al centro de El Alto, pues el método de diagnóstico que se aplicará allí «va a cambiar la calidad de vida de la gente» al poder prevenir infartos.

Además remarcó que los resultados que emita el centro no serán «simplemente un pedazo de papel», sino que estarán acompañados por el apoyo de un grupo de trabajo que ayudará a los médicos «en la toma de decisiones».

Geronazzo llegó a Bolivia para explicar y hacer demostraciones sobre las técnicas, capacidades y beneficios de la tecnología nuclear para el diagnóstico de enfermedades del corazón.