Brasil.

La Amazonía brasileña registró 7 mil 533 focos de incendio durante el primer semestre del año, un aumento del 17,9 por ciento frente al mismo período de 2021, según datos divulgados este viernes por el Gobierno.

De acuerdo con el sistema de alarmas del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), sólo en junio fueron reportados 2 mil 562 focos de calor en la selva, un 11 por ciento más que los que se vieron en el mismo mes de 2021 y la mayor cantidad para el período en 15 años.

Los datos de INPE señalan que este año las llamas en la más extensa selva tropical del planeta venían disminuyendo desde febrero, pero volvieron a tomar impulso a partir de mayo, cuando fueron reportados 2 mil 287 puntos con fuego, una cifra que para ese mes no se veía desde 2004.

Los incendios en la selva amazónica suelen aumentar a partir de mayo cuando comienza la temporada de seca y la tendencia es que la situación se agrave en los próximos meses.

Tras la tregua que vivió en 2021, cuando los focos de calor de la Amazonía cayeron un 37 por ciento frente a los de 2020, se prenden las alarmas para fortalecer los controles y evitar un nuevo desastre en la selva.

Una parte del fuego que consume la vegetación de esa región ocurre porque pequeños agricultores acostumbran a quemar sus tierras para limpiar las áreas de cultivo, pero no consiguen controlar las llamas que terminan expandiéndose.

Aunque desde el 23 de junio el uso del fuego para este tipo de prácticas fue prohibido durante 120 días por el Gobierno, se han registrado mil 113 focos en la región amazónica del país desde entonces.

No obstante, los expertos señalan que la mayoría de los incendios son provocados por la deforestación, causada principalmente por la minería ilegal y el comercio ilícito de madera (la mayor selva tropical del planeta concentra el 72,5 por ciento de toda la extracción minera del país).

Entre agosto de 2020 y julio de 2021, la Amazonía brasileña perdió 13.235 kilómetros cuadrados de cobertura vegetal, la mayor área degradada para un período de doce meses en los últimos 15 años, una devastación que fue 21,97 por ciento superior a la de 2020 (entre agosto de 2019 y julio de 2020).

Los ecologistas culpan de la creciente devastación de la selva al Gobierno de Jair Bolsonaro, que ha flexibilizado los controles ambientales y promovido actividades que acaban con la vegetación nativa, pues defiende la explotación económica de la Amazonía y el fin de la demarcación de nuevas reservas indígenas.

«Este escenario se ha fortalecido en los últimos tres años en la Amazonía como resultado directo de una política exitosamente aplicada que facilita e incentiva los delitos ambientales», señaló Cristiane Mazzetti, vocera de la Amazonía de Greenpeace Brasil, citada en un comunicado.