Ecuador.
Como seres humanos es normal que a lo largo de nuestra vida transitemos por una amplia gama de emociones, entre ellas la ira, una emoción básica inherente al ser humano y hasta necesaria para la supervivencia. Sin embargo, cuando es frecuente, descontrolada o crónica, puede debilitar el sistema inmunológico, dejándonos más vulnerables a infecciones y enfermedades.
“Y a nivel del sistema inmunitario, como lo indicaba, si es que es un estrés agudo, una ira inminente de un mal momento que le genera una sensación desagradable, eso va a ocasionar, en su primer momento cuando es agudo, un incremento de la respuesta inmunitaria. Eso quiere decir que las células del sistema inmunitario van a aumentar su trabajo, van a generar más mediadores inflamatorios y eso va a generar un estado proinflamatorio que va a facilitar que ciertas enfermedades también se manifiesten de manera sostenida”, dijo Pedro Torres, médico en medicina crítica. Cuando una persona siente ira, el cuerpo entra en un estado de alerta o estrés.
El problema surge cuando este estado se vuelve constante. El exceso de cortisol, por ejemplo, inhibe la producción de linfocitos T y B, células fundamentales del sistema inmune. Además, reduce la actividad de células NK, natural killers, encargadas de eliminar células infectadas o cancerígenas.
“Esta primera línea de defensa contra las células que están generando cambios inadecuados, se va a ver mermada cuando hay alteraciones emocionales. El cáncer es una enfermedad multifactorial en el que interfieren en varios factores: factores ambientales y factores del huésped también. Dentro de las emociones están los factores del huésped, uno de los más importantes”, agregó Torres.
Un estudio de la Universidad de Carnegie Mellon demostró que las personas con altos niveles de estrés emocional, incluida la ira, son más propensas a contraer resfriados comunes al tener menor respuesta inmunitaria.
“El cuerpo humano tiene un eje que se denomina hipotalámico hipofisario suprarrenal. El hipotálamo es esta estructura que está ubicada a nivel cerebral y es la que se encarga de ayudarnos a mantener el correcto equilibrio o la homeostasis corporal. Entonces es lo que permite que nuestras funciones corporales de alguna manera estén dentro de los niveles o rangos que se espera que se encuentre”, detalló la psicóloga Margarita Mantilla.
Aunque sentir ira a veces es inevitable y también necesario, es importante aprender a gestionarla, no solo para mejorar nuestras relaciones sino también nuestra salud física.
“No está mal sentir miedo, no está mal enojarse, pero es el significado dentro de nuestra narrativa personal y la relación que adquirimos con ciertas emociones, las que se vuelve desadaptativa o disfuncional, por así decirlo”, agregó.
Por: Universidad Técnica del Norte / Viviana Obando.
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