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La brecha demográfica se amplía en Europa desde la caída de la Cortina de Hierro. Los países del este han perdido hasta un cuarto de su población mientras en el oeste el saldo es positivo, indicó un estudio austriaco que destaca el impacto decisivo del factor migratorio.

«Si bien las tasas de fertilidad en Europa oriental ya no son distintas de manera neta de las del oeste, son los movimientos de población los que dividen al continente en dos«, sostuvo el investigador Tomás Sobotka, de la Academia Austriaca de las Ciencias de Austria (ÖAW), que dirigió este estudio.

La población creció 12% entre 1990 y 2017 en los 15 países más antiguos miembros de la Unión Europea (UE), estados occidentales ricos, mientras que bajó 7% en promedio en los 13 nuevos Estados miembros, que son más pobres.

En casi su totalidad, los países del Este de Europa, miembros o no de la UE, se registró un saldo natural (diferencia entre los nacimientos y las muertes) negativo en ese mismo periodo.

Pero es el saldo migratorio el que explica en la gran mayoría de los casos el retroceso de población, que en Letonia alcanza el 27%, en Lituania 23%, en Bosnia y Herzegovina 22%, en Bulgaria 19%, Rumania 15% y Croacia 13%.

Por el contrario, la mayoría de los países de Europa occidental registraron un saldo natural positivo y un importante flujo migratorio.

Este último factor explica de manera determinante un aumento de la población en Suiza (alza de 26%), en España (20%), en Austria (15%), en Bélgica (14%), en Italia (7%) y en Grecia (6%).

No obstante hay dos países que marcan la excepción: Irlanda y Francia, donde el saldo natural, favorecido por la alta fertilidad, contribuyó más al crecimiento de la población que a la migración en sí. El aumento de la población alcanzó un récord de 36% en Irlanda, y 18% en Francia.

Otro caso atípico al oeste de Europa es Alemania, cuya población ha aumentado solo 4% desde 1990. Mientras que el saldo natural ha sido negativo, el crecimiento migratorio se ha mantenido significativamente inferior a la media de otros países de Europa occidental, a pesar de la llegada de más de un millón de solicitantes de asilo desde 2015.

Pero en momentos que la Europa conformada por 28 Estados vio su población aumentar 8%, más de 510 millones de habitantes, la población activa representa solo 246 millones de personas y esa cifra «podría estancarse, o incluso bajar en los próximos años«, según la ÖAW, que señala una «tendencia fundamental» de envejecimiento de la población en el continente.