Por Claudia Juárez Álvarez, Ciencia UNAM-DGDC

Mirar hacia arriba suele ser valorado en nuestra cultura; es el lugar de las nubes, del cielo, de las aves, del arcoíris, de lo inalcanzable. En cambio, bajar la mirada constantemente hacia el suelo llega a ser considerado un mal hábito.

Pareciera que lo existente abajo es poco atractivo, temido ­–­algunos autores literarios incluso ubicarían ahí el camino hacia el infierno­–, o a veces lejano.  Más del 75% de la población de México habita en las ciudades, donde  el avance del concreto  limita el contacto con la estructura original bajo nuestros pies.

Mantener la atención constante en el suelo es vital. De él obtenemos servicios básicos como el agua dulce de los acuíferos y la extensa gama de alimentos provenientes de las plantas. Todas las especies terrestres dependen de la imparable actividad de los organismos y procesos propios de este componente del planeta.

5 de diciembre. Día Mundial del Suelo

Si alguien lo desconoce o parece olvidarlo, los biólogos, los geólogos,  los bioquímicos, los agricultores, la población de áreas verdes  y todos los que están en constante cercanía con la sorprendente naturaleza del suelo, insistirán en recordarlo.

“El suelo está constituido por una fracción mineral y una orgánica; el arreglo entre estas fracciones resulta en un medio poroso, que puede estar ocupado por aire o por agua, y que finalmente lo convierte en un medio trifásico; es decir, que posee una fracción sólida, liquida y gaseosa. Esta característica lo hace ser el soporte por excelencia de las plantas, por ejemplo. “

Quien revela su contenido es la doctora Blanca Prado Pano, investigadora del Instituto de Geología, donde realiza estudios del suelo como regulador del ciclo hidrológico y de los contaminantes que lo afectan. Actualmente dirige el Programa de Estudios Interdisciplinarios del Suelo de la UNAM (PUEIS).

Dicha estructura posee además un componente biológico. “La fauna del suelo está compuesta por organismos de diversos tamaños y con diferente actividad. Todos ellos llevan a cabo acciones claves para el funcionamiento de nuestro planeta.”

Los más diminutos son las bacterias y los hongos; algunos degradan compuestos minerales y orgánicos transformándolos en material benéfico para las plantas.

“Todo el conjunto que es el suelo lo hace un recurso muy valioso y a la vez vulnerable. Si alteramos a uno de los integrantes, se afectan todos”, advierte.

Los suelos albergan el 25% de la biodiversidad del planeta (FAO)

El potencial de cada suelo

Al ser un recurso natural no renovable, el suelo es un sistema frágil. Aunque intenta resistir las intervenciones humanas a lo largo del tiempo, el ritmo acelerado y la extensión de las mismas amenazan su resiliencia.

Se estima que casi el 50% de los suelos en territorio mexicano presenta algún tipo de degradación, refiere la doctora Prado.

¿Se puede revertir? ¿Es posible recuperar los suelos dañados? Le preguntamos.

“Definitivamente no del todo, pero sí podríamos empezar a regresarlos a su vocación original, recuperar suelos degradados y preservar los que están sanos. La meta es manejar al suelo de manera sostenible, es decir, usarlo para el servicio de interés, sin afectar su funcionamiento para los otros servicios que nos brinda. Siempre se puede hacer, tomando en cuenta que el suelo es un recurso no renovable, con procesos lentos que pueden llevar tiempo.”

La ubicación geográfica, las condiciones ambientales, la actividad biológica propia de un sitio dan lugar a suelos diferentes, cada uno con un potencial especial; unos son mejores para recargar acuíferos, otros para suministrar materiales y otros son más aptos para el crecimiento de las plantas.

“Cuando usamos el suelo del bosque para producir alimentos o estamos construyendo viviendas sobre suelos agrícolas o los arreglamos tratando que se sirvan para lo que uno quiere, estamos olvidando que cada suelo tiene propiedades que lo hacen ser apto para un uso u otro.”

Considerar sus características originales es clave para mantenerlos en buen estado.

Suelos sanos para una vida saludable

Una de las principales causas de la degradación de los suelos es la agricultura de monocultivo, intensiva, dependiente de fertilizantes químicos para mejorar el rendimiento y de pesticidas para combatir plagas. El cambio hacia formas de producción sostenible permitirá preservar lo más posible, dice la investigadora.

Al cuidar los suelos agrícolas garantizamos la disponibilidad de alimentos de mejor calidad para el consumo humano.

El suelo aporta a las plantas macro y micronutrientes, por lo que los suelos pobres, generan plantas débiles,  con menos cantidad de nutrientes. Cuando los humanos ingieren esos productos  desarrollan problemas de salud debido a esa deficiencia.

Esta relación ha sido estudiada desde hace tiempo. En el artículo “Suelo y salud: un tema poco atendido que nos incumbe a todos”, las investigadoras Cristina Siebe y Silke Cram refieren que las comunidades humanas que viven en áreas con suelos pobres en nutrientes sufren desnutrición.

Este problema va en aumento, dicen, por el avance de los procesos de degradación como la erosión, la pérdida de materia orgánica y contaminantes.

La variedad y cantidad de nutrientes que aporta un suelo a las plantas va a depender de sus propiedades y condiciones ambientales.  Algunos son el boro, hierro, cromo, cobre, magnesio, zinc y vanadio, entre otros.  Todos necesarios para el óptimo funcionamiento del organismo humano.

“Por eso podemos decir suelos sanos para una vida sana, porque hay una relación directa entre la salud del suelo  y la salud de los seres humanos. No sólo a nivel de obtención de nutrientes, la presencia excesiva de contaminantes también es un problema; las raíces de las plantas pueden absorberlos, así pasan al alimento y nosotros lo consumimos”, alerta Blanca Prado.

La contaminación del agua afecta tanto al suelo como a los humanos.  “Porque el suelo funciona como filtro de contaminantes y permite el paso del agua para recargar acuíferos, entonces si se agregan en exceso los contaminantes y el suelo no alcanza a realizar su actividad amortiguadora de contaminantes, tendremos líquido contaminado.”

La gobernanza del suelo

Ubicar y proponer ejes de acción frente a las problemáticas del suelo desde una sola disciplina científica no basta. Los integrantes del PUEIS de la UNAM proponen el enfoque interdisciplinario; un conjunto de profesionales de distintos campos, desde biólogos, geoquímicos, geólogos, productores agrícolas y forestales, urbanistas, pobladores locales y tomadores de decisiones atendiendo un problema específico.

A través de esta visión se busca impulsar la gobernanza del suelo, es decir, el conjunto de reglas para tomar las mejores decisiones en torno a este recurso.

“La gobernanza se establece considerando las opiniones de los diferentes actores del uso del suelo que van desde los agricultores, las autoridades, los científicos, los ciudadanos comunes, todos los actores que disfrutamos de los servicios que brinda el suelo pero que también vamos a padecer si los perdemos.”

Hoy en día cerca de 3 mil millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable. Este dato es parte del Estado mundial de la agricultura y la alimentación 2021, recién publicado por la FAO. Ante las perturbaciones de los sistemas alimentarios, el organismo llama a los países a fortalecer su resiliencia.

Nuevamente la salud del suelo aparece como un tema prioritario para la seguridad alimentaria, pero también para la disponibilidad de agua de calidad y para el mantenimiento de la vida de muchas especies. La doctora Prado resume todo en una frase:

“Los seres humanos no somos dueños del suelo. Este recurso provee de servicios ecosistémicos a los seres humanos ,pero también es un elemento clave para los ecosistemas y eso a veces se nos olvida. “

Con­sul­ta la nota ori­gi­nal:  https://ciencia.unam.mx/leer/1201/hacia-una-relacion-mas-sana-con-el-suelo-