Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Vida Cotidiana, una muestra de la agrobiodiversidad mexicana”, exhibe al visitante productos elaborados a partir de materiales de origen vegetal que se usan en distintas regiones de nuestro país. Se encuentra en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, al sur de la Ciudad de México.
“Lo que pretende esta exposición es visibilizar que la agrobiodiversidad no sólo se remite a lo que mucha gente tiene en el imaginario y que son aquellos productos derivados de la milpa, como los quelites, las verdolagas, el maíz, chile, calabaza o frijol, sino que incluye a diversas plantas que se ocupan como medicina, alimento, vestimenta y descanso”, explica el doctor Leonardo Beltrán Rodríguez, investigador del Jardín Botánico.
La exposición está compuesta por 450 piezas integradas en 14 categorías antropocéntricas. Nació de un proyecto enfocado en la conservación y manejo de la agrobiodiversidad mexicana, con el cual se pretende visibilizar todo ese conocimiento milenario empleado en la creación de objetos con técnicas originales que se han utilizado en el día a día en distintas comunidades.
En su conformación participaron tanto el doctor Leonardo Beltrán Rodríguez, como la maestra Salma Gómez y la maestra Linda Bálcazar y es parte de la celebración del 65 aniversario del Jardín Botánico y del 95 aniversario del Instituto de Biología de la UNAM.
Además, participaron ocho jardines botánicos de México, la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos, la Asociación Etnobiológica Mexicana A.C. y los Amigos del Jardín Botánico, las cooperativas Artefacto México y Cacao para todos, y Milzintli, así como la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM y colecciones particulares de académicos del Jardín Botánico de la UNAM.
Un recorrido por la agrobiodiversidad
Entre los objetos que podemos encontrar en esta exposición están juguetes hechos a base de pino o de la planta conocida como jícara; instrumentos musicales como un Hompack (instrumento de viento) proveniente de la península de Yucatán y que fue elaborado con el quiote del maguey.
En otra sección se encuentran escobas, zacates, tazas hechas de bambú, utensilios que sirven para echar agua o como tortilleros y que fueron elaborados a base de la especie Lagenaria siceraria.
Otro objeto es el conocido como garabato y que en algunas regiones sirve para colgar los frutos o poner a secar la carne; está hecho del quiote del maguey. También hay trampas de pescar que les compartieron del Jardín Etnobiológico del estado de Puebla y que fueron elaborados a partir de ahuehuetes (Taxodium mucronatum).
En otra sección de la exposición se muestra cestas provenientes de la Sierra Tarahumara, realizadas de una planta llamada sotol. Además, se pueden observar un típico puesto de plantas medicinales, así como morrales, huipiles, sombreros, muñecos, cucharas, cucharones, adornos, aretes, cepillos y jaulas, entre otros objetos.
“Cada una de las salas tiene una cédula en la que explicamos cómo estos objetos en algún momento fueron parte del día a día en muchos pueblos rurales indígenas o campesinos, y ahora también los podemos ver en la ciudad, pero ya como una artesanía. Han cambiado su razón de ser y aunque siguen presentes, en algunos casos se han sustituido los elementos vegetales por otros como el plástico, por ejemplo”, explica el doctor Beltrán Rodríguez, quien también es curador de la Colección Etnobotánica del Jardín Botánico.
Otro de los mensajes que han buscado dar con esta exposición es que esta agrobiodiversidad también puede estar presente en las ciudades, no sólo en comunidades rurales. Así como mostrar que varios de estos objetos pueden desaparecer porque ha disminuido la cantidad de gente que sabe hacerlos.
“Quizás el mensaje que más claro tiene la gente es que cuando ya no hay plantas, pues ya no puedes ver mucho de lo que se elabora, pero nosotros desde la parte de investigación platicamos con mucha gente en campo y hemos detectado que también cuando muere el artesano o cuando se deja de dedicar a eso también hay una pérdida de conocimiento, dejan de producir culturalmente estos objetos. Son dos vías de pérdida”.
La exposición estará abierta hasta el 15 de junio en las instalaciones del Jardín Botánico de la UNAM. Posteriormente, se buscará que sea itinerante y llegue a otros jardines botánicos del país.
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